La media hora de distancia entre A Guarda y la villa del Louro es tan insignificante que cambiar de camiseta es extremadamente fácil. Precisamente, el trasvase de jugadoras es uno de los elementos que alimentan la rivalidad. Pero existen muchos más y desde hace varios años.
El conjunto local, en la tarde de este sábado el Porriño, es el conjunto históricamente ‘grande’, canterano por excelencia y el pionero del balonmano pontevedrés en la División de Honor española. Militó a comienzos del siglo XIX para después bajar y regresar diez años más tarde. Precisamente, al volver comenzó a gestarse una rivalidad que ahora marca época y llena pabellones. Un año subió el conjunto de las riberas del Louro y cerró la puerta al Guardés, que ascendió en la edición siguiente.
El derbi estaba servido en la máxima categoría y la rivalidad comenzó a aumentar de forma exponencial. Y es que el pequeño, el conjunto del extremo sur de Galicia, creció y creció con el paso de los años hasta superar aun un Porriño que también elevó su nivel, pero no lo suficiente como para alcanzar a las guardesas. Así, casi sin enterarse, la formación de A Louriña vive sus mejores años como entidad, pero, en parte, a la sombra de los éxitos de un Guardés, que comienza asoma la nariz en la lucha por títulos, tanto el liguero como el de Copa de la Reina.
En 2012 finalizaron quinto y sexto, para un cuarto y quinto en el siguiente y un tercero y séptimo el pasado curso. Siempre mejor el Guardés, aunque las diferencias más notables comenzaron a vivirse en la última campaña cuando la formación de A Guarda comenzó a lucir una plantilla prácticamente profesional y la de las riberas del Louro perdió a alguna de sus mejores jugadoras.
Todos estos datos son casi anecdóticos en una buena rivalidad. Todo enfrentamiento directo tiene que estar agitado por ciertas traiciones, cambios de equipo, pasiones enfrentadas y algo de división en la grada. Así sucede en estos casos porque son varias las jugadoras que encarnan las pasiones. La principal figura es la de Estela Doiro, que amasa seguidores en las gradas de ambos equipos por cercanía, juego y cariño. Canterana de la formación de la desembocadura del Miño, fue la jugadora franquicia en el ascenso del Porriño y, después, optó por regresar al Guardés. Por si estos cambios no fueran suficientes, su calidad como central la sitúan como una de las mejores jugadoras en la pista en cada uno de los partidos.
Si el cambio de equipo de Doiro fue comentado en ambas localidades no lo sería menos la marcha de Andrea y Alba Dapena de la formación guardesa. Canteranas de la entidad cubrieron todas las etapas del club e incluso su madre presidía la entidad. Se formaron en el Atlético Guardés y, con ellas, creció el equipo hasta llegar a la máxima categoría. Eran historia sobre la pista. No obstante, comenzaron las diferencias, se hicieron públicas y optaron por emprender el camino de salida.
Su dirección apuntaba a la retirada hasta que los gestores del Porriño se lanzaron a su captura. Con plaza de trabajo asegurada en la provincia de Pontevedra, las Dapena no iban a tomar ningún avión ni tren y, a pesar de que ellas no se lo habían planteado en la vida, unos meses después de dejar el club de sus amores estaban en el Muncipal de O Porriño viviendo su primer derbi desde el otro lado de la pista y con la camiseta roja.
Todo estos factores podrían estar claros, heroinas y/o villanas íntimas para los aficionados, pero la cuestión es más complicada cuando el apellido es Cerqueira. Los padres tendrán que ponerse a un lado del pabellón Municipal de O Porriño y disfrutar o surfir con sus hijas. Una es extremo en el Mecalia Atlético Guardés. La mayor, Ana ‘Portu’, pone la garra y el toque local a una formación plagada de calidad. Sin embargo, tendrá como oponente a su hermana menor, Bárbara ‘Babi’ Cerqueira, que se quedó sin sitio cuando llegaba a la edad senior en la desembocadura del Miño. La lógica la enviaba a la jugadora de 18 a crecer al otro equipo de División de Honor. Encontró sitio y en la casa Cerqueira será donde el corazón pueda estar más dividido esta tarde.
El último detalle, el que cierra el círculo de la rivalidad es el determinado por el modelo. En esto también se diferencian Porriño y Guardés. La entidad de las riberas del Louro es uno de los equipos con mayor número de canteranas en su plantilla. Ficha poco y las incorporaciones acostumbran a no ser excesivamente lejanas. Además cuenta con una columna vertebral de deportistas creadas en la casa como Lorena Pérez, Ana Costas, Cecilia Cacheda… Por su parte, en el Guardés escasean las jugadoras de la casa. Lucen internacionales españolas como Naiara Egozkue o Nuria Benzal, fichajes de renombre como Haridian Rodriguez y Anna Manaut y un convenio con la Federación Angoleña que deja tres africanas en A Guarda. Mundos diferentes pero la completa seguridad de que, como en otras tantas ocasiones, se vivirá uno de los mejores partidos de balonmano femenino que se pueden observar en España. Y, al fin y al cabo, aficionado neutral, es un privilegio.