Supongo que no ha sido fácil esta decisión.
Es una decisión muy meditada y muy difícil porque son muchos años jugando al balonmano, disfrutando de este maravilloso deporte. Y siempre cuesta. Lo que pasa es que creo que es el momento, ya no por la lesión, porque de la lesión me recuperé bien. Quizás estoy ya algo saturada a nivel psicológico tras estar tantos años ahí. Creo que es el momento de marcarme otros objetivos e ir cumpliendo otras metas en mi vida.
¿Seguirá ligada al balonmano?
Está todo muy reciente y necesito tiempo para asimilar la decisión, para poner los pies en el suelo. Pero desde luego que el balonmano siempre va a estar vinculado a mi vida de una forma u otra. Es el deporte con el que he crecido y tampoco quiero que desaparezca de mi vida ni apartarme de él.
Supongo que está muy satisfecha con la carrera que ha desarrollado.
Estoy muy contenta porque me considero afortunada. No por los títulos, sino porque todo lo consigues en una carrera deportiva es un premio al trabajo y el esfuerzo. Lo que más me satisface, a parte del palmarés, es el cariño de los amigos y de toda la gente que conocí a lo largo de mi carrera y todos los valores que este deporte me ha enseñado.
¿Qué recuerdo guarda con más cariño? ¿La medalla olímpica?
Me resultaría injusto quedarme con solo uno favorito. A lo largo de mi carrera deportiva he pasado muchas etapas y cada una ha tenido momentos especiales. Sí que por supuesto el momento más alto de mi carrera fue ganar el bronce en los Juegos Olímpicos, fue un sueño hecho realidad. Otro que me gusta destacar por lo que significó en ese momento fue la medalla de plata que conseguimos en Macedonia (Europeo de 2008) porque fue el inicio de este ciclo de ‘Las Guerreras’. Pusimos nuestro grano de arena para hacer ver a la gente que también estamos aquí, que también podemos hacer cosas.
Usted lideró una generación que provocó que se empezase a hablar de balonmano femenino en España
Es una satisfacción grande porque nosotras empezamos desde abajo. Cuando llegué a la selección, nadie apostaba nada por nosotras. Éramos un grupo muy joven. No teníamos experiencia. Era todo muy difícil, costaba mucho conseguir las cosas. Eran todo trabas, nadie te apoyaba. Poco a poco, fuimos consiguiendo resultados y le dimos la vuelta a la tortilla. Es una de las cosas de las que más orgullosa me siento, de haber formado parte de esta generación, de haber disfrutado del balonmano y de haber crecido con él, poniendo nuestro granito de arena.
A nivel de clubes, el balonmano femenino, al igual que el masculino, está atravesando una crisis profunda en España. ¿Cree que tiene solución?
Me da mucha pena ver cómo está la situación. Hace años había un nivel estupendo. Lo que sí es cierto es que no hay mal que cien años dure y todo lo malo tiene su parte buena, en este caso que los clubes están trabajando con la gente de casa, dándole oportunidades a jugadoras que a lo mejor en otras circunstancias no podrían estar jugando en la máxima categoría. Eso también es positivo. Si se hacen las cosas bien, se irá remontando al nivel que había antes.
¿Equipos españoles le han hecho ofertas para que siga en activo?
Sí, sí que tenía ofertas. Pero tenía las cosas muy claras. Aunque era muy tentador, porque jugar en casa es algo que siempre apetece, tengo una edad y tenía claro que quería empezar a cumplir otros objetivos en mi vida. Aunque sea duro tomar la decisión, creo que es lo acertado.
En 2012 decidió irse a Serbia y luego ha jugado en Macedonia. ¿Qué le ha aportado esta experiencia balcánica?
He vivido un balonmano totalmente diferente al que conocía. Es una mentalidad y una forma de jugar muy distintas. Estoy muy contenta con haber vivido esta experiencia. Primero, porque me he ido fuera. Sobrevaloraba mucho lo que tenía en España y decía que como en España en ningún lado. La verdad es que una de las cosas que me ha aportado tener que coger una maleta y marcharme es saber que se puede estar muy bien fuera también. Es duro, tienes que cambiar el ‘chip’ y adaptarte, pero con la mente un poco abierta es una buena experiencia. Para mí lo ha sido, fue una forma de ver balonmano desde un prisma diferente. También he mejorado un poco con el tema del inglés y he conocido una cultura diferente.
¿Los peores recuerdos de su carrera son las lesiones?
No especialmente. Para un deportista lesionarse siempre es malo porque te impide hacer lo que te gusta. Pero al final forma parte de la vida del deportista. Hay que llevarlo de la mejor forma posible. En esta última lesión, no fue tanto la lesión sino el momento. El año pasado me planteaba retirarme, pero el proyecto del equipo era ambicioso, tenía como objetivo ganar la ‘Champions’. Renové un año más y me lesioné. ‘Por qué ahora’, me pregunté.
Pero creo que mi peor momento a nivel deportivo fue mi última temporada en el Itxako. Fue durísmo. Para mí el Itxako era mi equipo de siempre y tenía la intención de retirarme allí. Empezó a afectar la crisis y a surgir problemas.
¿Cómo valora la situación del balonmano femenino gallego?
Estoy feliz de que tengamos la suerte de poder disfrutar de dos equipos en la máxima categoría como el Porriño y el Guardés. Es una suerte para las jugadoras de Galicia. Están haciendo las cosas muy bien y a pesar de la crisis siguen aspirando a lo máximo. Es fundamental que la gente apueste por el deporte femenino. Es muy difícil estar ahí. Me hubiese encantado cuando era más joven haber podido elegir quedarme a jugar en Galicia.