Durante el partido, el Octavio me pareció un equipo con defectos, pero a la vez con muchas virtudes. Era un grupo que llevaba muy poco tiempo entrenando, no estaba del todo cerrado e incluso un jugador había llegado aquel mismo día, por lo que era normal que tuviesen tantos errores. A pesar de eso, al ser un conjunto de una categoría por encima del Lalín, esperaba encontrarme un rival más superior. En cambio, varios de los jugadores que en aquel momento estaban en el equipo visitante habían sido mis compañeros en selecciones y rivales de club durante muchos años, y eso fue algo que me resultó atractivo.
Una vez finalizado el partido, con una diferencia de once goles a favor del Lalín, mucha gente de allí veía mi fichaje por el Octavio como una mala opción, ya que para esta temporada el Balonmán Lalín había configurado una buena plantilla con aspiraciones a la zona alta de la tabla y podía ser una buena oportunidad para mí.
A pesar de eso, varias charlas con Jabato y Cerillo fueron suficientes para convencerme. Me atrajo su proyecto para esta campaña, basado en la apuesta por la gente joven con gran proyección y con mucho margen de mejora. Para mí, era una gran oportunidad, ya que, al igual que muchos otros de mis futuros compañeros, no tenía experiencia en División de Honor Plata. Además, me gustaban los planes deportivos que tenían para mí: tenían en mente que jugase en varias posiciones y eso fue un punto a favor, ya que en Lalín solo jugaba de pivote.
La gente más cercana a mí, como mis padres, mi hermano o mi padrino, quien tuvo un gran peso sobre mi decisión, me insistían en que era una oportunidad que no debía dejar escapar porque a veces el tren solo pasa una vez… Muchos de mis amigos, que de haber seguido en Lalín hubiesen sido mis compañeros de equipo una temporada más, me recomendaban que me quedase allí… Xoan Ledo, que este verano fichó por el Barça B, me animaba a venirme a Vigo y tener una nueva experiencia, al igual que él…
Tres meses después de aquella tarde… aquí estoy: más que adaptado al equipo. El primer año de Jabato como entrenador está siendo muy bueno y gracias a su filosofía los jugadores nos hemos acoplado muy rápido.
La derrota en Lalín todavía no ha sido olvidada por ningún miembro del equipo y, sobre todo Jabato, la utiliza como un estímulo en los momentos duros, una motivación para recordar cómo era el equipo y en qué nos hemos convertido ahora».
Todavía tenemos mucho que mejorar para afrontar lo que queda de temporada con la tranquilidad de tener la permanencia asegurada, pero a día de hoy estoy convencido de que venir al Octavio ha sido una decisión muy acertada. El trabajo en equipo y los resultados que hemos tenido hasta ahora, lo demuestran. En los próximos partidos, seguiremos creciendo»