En aquella temporada, ponía punto final a mi etapa en las bases del club y comenzaba mi primera experiencia en categoría sénior. Por aquel entonces, la mayoría de mis actuales compañeros… ¡ni habían nacido! Hay que ver qué mayor me he hecho…
La pretemporada de aquel año es una experiencia que recuerdo con una mezcla se sensaciones: alegría por formar parte del primer equipo del club en el que empecé a jugar, miedo a lo desconocido… Realizábamos una mayor carga de trabajo, los jugadores tenían una mayor calidad y yo no sabía cómo me iba a adaptar… Pero lo que más recuerdo era la expectación al entrar en un vestuario en el que tenía compañeros del nivel de Nesterov, Lvov, Muíños o Valenzuela… Y la vergüenza del principiante al buscar un sitio pequeño donde poder cambiarme sin molestar…
Todo ese cúmulo de sensaciones es lo que espero que en unos años experimenten los jugadores de la cantera que vayan subiendo al primer equipo y se encuentren con Borja, Óscar, Rubén o Dani… tan solo por citar a algunos.
Al final todo fue mucho mejor de lo esperado y ahora lo recuerdo como parte de una época inolvidable: el primer partido, la primera parada, jugar en As Travesas con el pabellón casi lleno y esa peña de O Rosal animando sin descanso… Esta temporada parece que vamos recuperando poco a poco ese ambiente y espero, como espectador, volver a vivirlo como en aquellos años.
Aquella final de la Copa del Rey, aunque se perdió, fue el inicio de la mejor época del club. El equipo se consolidó entre los mejores de la ASOBAL participando todos los años en competiciones europeas. Fueron temporadas para disfrutar del juego de la plantilla, formada por unos jugadores increíbles, acompañado, como ya expliqué antes, de un Central de As Travesas donde se respirada y vivía un auténtico ambiente balonmanístico.
Tras esa etapa gloriosa, se vivieron unos años en los que el Academia Octavio era conocido como un «equipo ascensor», intercalando temporadas entre ASOBAL y División de Honor ‘B’, y el ambiente en el pabellón ya no era el mismo…
¡Y llegamos al 2015!
Esta temporada parece que algo ha cambiado. Se ha puesto la primera piedra de un nuevo proyecto condicionado por la situación actual del balonmano. La fuerte apuesta por jugadores jóvenes y de la casa, caracterizados por su espíritu de lucha y esfuerzo, ha contagiado al público que cada vez acude en mayor medida al pabellón a animar y apoyar al equipo.
Y me hago una pregunta: ¿no será el inicio de otra época brillante donde la base del equipo serán jugadores criados en la cantera del Octavio? ¡Qué bonito sería!
Echando la vista atrás y analizando la situación actual del balonmano -cada año desapareciendo clubes históricos-, es una satisfacción poder afirmar que a pesar de las dificultades y los problemas el Academia Octavio sigue vivo, muy vivo. Se puede decir muy alto y claro que existe una familia muy grande en Vigo… y que esa familia es ROJILLA».
#XuntosSomosMáisFortes
José Bastelleros, portero del Octavio