Entre Paco Herrera y Luis Enrique Martínez existió Abel Resino. Conviene repetirlo, porque su recuerdo amenaza con extinguirse entre las figuras de su antecesor y su sustituto, dos técnicos muy queridos por el celtismo. Pero Resino, a pesar de pasar casi inadvertido, dirigió al equipo que escribió una de las páginas más épicas de la historia del Celta. Algunos malintencionados dicen que esta gesta más que gracias a él se produjo a pesar de él. Pero lo cierto e irrefutable es que el técnico cumplió su cometido: la permanencia.
Resino es uno de los héroes del 4,01%, el porcentaje de posibilidades de salvación con el que contaba el Celta a falta de dos jornadas para el final en la temporada 2012/13. La plantilla siguió creyendo, se aferró a sus pocas opciones, consiguió una heróica victoria en Valladolid y una jornada después completó la hazaña ganando al Espanyol con aquel celebrado gol de Natxo Insa.
Carlos Mouriño recurrió a Abel Resino en el mes de febrero. El proyecto de Primera con Paco Herrera no terminaba de carburar y tras caer en Getafe, el presidente creyó conveniente el cambio en el banquillo. El toledano se había ganado a pulso la fama de ‘apagafuegos’, de hombre milagro. La campaña anterior había logrado salvar a un Granada desahuciado y en la 2006/07 hizo lo mismo con el Levante.
Su llegada al Celta fue polémica por varios motivos. En primer lugar, porque Herrera se enteró por la prensa de su destitución. Por otro lado, Resino pretendía que su segundo fuera el controvertido Salva Ballesta, con el que Balaídos había tenido varios encontronazos. El celtismo se movilizó a través de las redes sociales para que el ex delantero no formara parte del cuerpo técnico celeste y lo consiguió. Resino, en un alarde de pragmatismo, decidió prescindir de Salva, que ya había puesto rumbo a Vigo y se enteró en plena ruta -y no fue través de Abel, que ni siquiera respondía a sus llamadas- de que no tendría trabajo en el Celta.
Su debut fue victorioso. El Celta derrotó precisamente al Granada en su estreno en el banquillo. Pero este buen inicio no fue el primer paso para el despegue del equipo, que en las siguientes seis jornadas sumó 1 punto de los 18 en juego. Resino quería instaurar un nuevo estilo de juego -su famosa defensa adelantada ofreció material para horas y horas de tertulias- al que el equipo no estaba acostumbrado. El Celta, aun así, reaccionó cuando prácticamente el entrenador ya tenía el ‘ultimátum’ encima de la mesa de su despacho. Se reenganchó a la lucha por la salvación y gracias al ya mencionado ‘espíritu del 4%’, un arreón de coraje pocas veces visto, logró permanecer en Primera.
Resino, al llegar a Vigo, había firmado por lo que quedaba de temporada y un año más. Una vez lograda la salvación, su intención era cumplir su contrato y en un primer momento parecía que esto también era lo que quería el Celta. Pero poco después de ser ratificado, surgieron «diferencias» entre las dos partes relativas a «la filosofía del club». Eso, al menos, fue lo que se vendió en su momento. Sea como fuere, Carlos Mouriño decidió confiar en Luis Enrique y dar por finalizado su breve ‘idilio’ con Abel.
Resino se ha puesto esta temporada una vez más el traje de bombero para apagar otro fuego en Granada. Quique Pina, el inefable presidente del club nazarí, decidió en enero que fuese el sustituto de Joaquín Caparrós con la promesa de que si lograba la permanencia sí que seguiría en el cargo, no como le había ocurrido en la campaña 2011/12. Y es que Resino parece ya cansado de que prescindan de él cuando completa su trabajo de forma exitosa.
Estando el toledano en el banquillo, no es descartable que se produzca una carambola imposible en las últimas jornadas y el Granada vuelva a lograr la permanencia. No obstante, los números del equipo no son muy buenos a día de hoy con él como entrenador. Ha sumado 9 de los 30 puntos en juego. Cuando llegó, el equipo era colista y solo ha logrado subirlo hasta el penúltimo puesto a pesar de contar con una plantilla mejor que la de la mayoría de sus rivales por la permanencia. La escandalosa derrota de este domingo en el Santiago Bernabéu, además, puede hacer mucho daño al equipo andaluz. «Ha sido bochornoso», reconoció tras el partido el toledano, que espera borrar este bochorno ante el Celta este miércoles (22:00).