Aspas por enésima vez, Aspas ya es (un poco más) eterno. La historia moderna del Celta nunca se podrá entender sin su capitán moañés. Hace ya tres lustros de aquella salvación del pozo de Segunda B ante el Alavés, pero la vida sigue igual. Iago sigue manteniendo vivo a su equipo del alma. Ha sido decisivo en las agónicas permanencias y también está a punto de conseguirlo un año más.
El equipo vigués dio un paso decisivo este domingo ante el Villarreal. De nuevo, como ocurrió ante Las Palmas, el encuentro empezó mal. De nuevo, el capitán celeste volvió a liderar una remontada que deja al conjunto gallego a un paso de confirmar un año más en Primera.
Un golazo de Moreno en el inicio había puesto las cosas más complicadas en el coliseo del Val do Fragoso. Apuntaba mal la tarde, pero un grave error del mediocentro vigués del submarino amarillo Santi Comesaña allanó el camino.
El exfutbolista del Coruxo se pasó de vueltas y fue expulsado por una patada a destiempo a Swedberg. Acto seguido, Baena redondeaba la faena con un penalti evitable sobre Aspas, que el propio moañés enchufó a la red. El encuentro giró definitivamente y se escoró del lado local.
Con uno más controló el Celta el centro del campo a su antojo. Damián y Beltrán reinaron para conectar por dentro con Aspas y por fuera con Hugo y Mingueza. Se sucedieron las ocasiones. Acertó Larsen de cabeza, pero falló el noruego otros dos muy claras.
Pudo sentenciar el equipo de Giráldez en el inicio de la segunda parte, pero no quiso el larguero ni el palo a cabezado de Larsen y tiro de Luca de la Torre. Y como siempre ocurre en Casa Celta hubo dosis de sufrimiento.
Una pérdida de balón, con posible falta, en el centro del campo acabó en los pies de Guedes para volver a empatar. Se revolvió el conjunto vigués con rabia. No hubo suerte hasta que entró el campo Tasos Douvikas.
El griego, asistido por Aspas, acertó de cabeza para hacer estallar de alegría a Balaídos. La afición viguesa no respiró tranquila hasta que el árbitro pitó el final del choque. Las lamentaciones de una temporada irregular y mediocre se olvidaron. Y la música griega sonó por la megafonía para bailar un triunfo vital.