Aunque todavía se evita hablar de ultimátum, lo que suceda el próximo sábado sobre el césped de Balaídos se antoja fundamental para el futuro del técnico argentino. Una derrota ante un rival directo por la salvación prácticamente obligaría a Mouriño a prescindir de un entrenador que se vio desbordado por la situación en las últimas jornadas. La afición celeste también será juez en este asunto. Hasta ahora se ha mostrado muy paciente y el equipo solo tuvo que oír pitos, y muy leves, tras la derrota copera ante el Athletic. Un nuevo descalabro podría ser la gota que colma el vaso.
El propio Eduardo Berizzo reconoció tras el partido ante el Getafe que «entendería una destitución» debido a la mala racha que está atravesando el equipo. A la nefasta dinámica de resultados -el Celta ha sumado solo dos puntos de los últimos 30 en juego-, se ha unido el mal juego en las dos últimas dos jornadas. Tanto en el partido de Cornellá ante el Espanyol como en el del pasado lunes en el Alfonso Pérez, el conjunto celeste ofreció síntomas de equipo desnortado. En el punto de mira está también la gestión de los encuentros del propio Berizzo y, sobre todo, su tardanza a la hora de hacer cambios. El domingo, en rueda de prensa, reconoció que se equivocó al no haberlos agotado ante el Espanyol, pero contra el Getafe cometió un error muy similar, ya que no movió el banquillo a tiempo para detener el arreón de los madrileños y ofrecer alternativas de juego a los suyos.
El bote salvavidas de Berizzo hasta ahora ha sido que el colchón con los puestos de descenso sigue siendo mullido. A pesar de la derrota ante el Getafe, el margen continúa estando en los cinco puntos. Su buen inicio de temporada le ha permitido al Celta vivir de rentas en los últimos dos meses. No obstante, una derrota ante el Córdoba posiblemente comenzaría a complicar la situación clasificatoria de los celestes.
Berizzo fue una apuesta personal de Carlos Mouriño este verano. El presidente buscaba a un entrenador de perfil ofensivo que continuase el proyecto que había iniciado Luis Enrique y consideró que el ex central celeste era el hombre adecuado. Los primeros meses de competición le estaban dando la razón a Mouriño y el momento culminante llegó el 1 de noviembre con la histórica victoria en el Camp Nou ante el Barcelona. Desde ese día, todo comenzó a ir mal. El equipo se vio inmerso en una inexplicable sequía goleadora, que acabó convirtiéndose en la mayor de la historia del club. Parecía que la reacción había llegado hace tres jornadas con el empate ante el Valencia (1-1), pero los partidos ante Espanyol y Getafe, los peores de toda la temporada, certificaron que tal reacción había sido un espejismo.
El sábado, ante el Córdoba, Berizzo tendrá una última oportunidad para reconducir la situación y que el equipo vuelva a ser o al menos se parezca al que maravilló al inicio de temporada. Si no lo logra, posiblemente otro técnico ocupará su puesto en el partido ante la Real Sociedad.