Peor imposible. Así regresó el Celta a la “nueva” competición de La Liga. La derrota ante el Villarreal llegó en el último suspiro de un partido en el que los locales no ofrecieron nada. Ni en ataque ni en defensa. Los visitantes pasaron por encima de los celestes y tan solo la actuación de Rubén impidió que no goleasen.
Y es que los jugadores vigueses nunca estuvieron a la altura de sus rivales, más concentrados, entonados y acertados. El gol de Trigueros en el minuto 90 hizo justicia a un choque en el que el Celta no tiró a portería ni una sola vez. Los cambios de esquema no funcionaron, tampoco los de nombres propios y ahora tocan diez jornadas en el que el sufrimiento será terrible.
En este extraño regreso a Balaídos, el técnico celeste sorprendió con su once con dos cambios que apenas habían tenido protagonismo. Por un lado, Pape, en el centro del campo en el puesto de Okay, con alguna molestia; por otro, el canterano Juan Hernández, en banda izquierda. Ni Smolov en punta ni Denis Suárez en el medio.
Pero el nombre que sobresalió desde el inicio fue Rubén Blanco, señal de que fue el Villarreal el que salió más entonado, mandón y con ganas de quedarse la pelota para llegar con peligro. El submarino amarillo impuso la potencia de Iborra y Anguissa, pero sobre todo emergió el veterano Santi Cazarla para abrir autopistas.
Las llegadas por ambas bandas concedieron opciones claras de gol a Alcacer y Gerard. Las manoplas del portero local salvaron al equipo. En ataque apenas había señales de vida. Al Celta le costó mucho encontrar la manija de Rafinha, muy tapado siempre, y la salida a pies de Bradaric pocas veces fue lo suficientemente limpia para permitir que Juan Herández o Mina hiciesen algún daño.
Óscar lo vio negro y no esperó. En el descanso se quedaron Hernández y Pape, éste último con amarilla, para dar entrada a Aidoo y Okay. El entrenador dibujó así una línea de tres centrales para permitir que Mallo y Olaza exprimiesen más sus respectivos carriles.
Nada más lejos de la realidad. El panorama general apenas cambió. El dominio visitante se acentuó todavía más y el papel del Celta, impotente a la hora de eludir la presión en el inicio de cada jugada, quedó relegado a la búsqueda de un contragolpe. Rafinha dejó su sitio a Sisto, mientras que el Villarreal introdujo a Bacca, Chukwueze y Trigueros.
Las últimas balas viguesas fueron con Smolov por Mina y Denis Suárez por Hugo Mallo, pasando Aidoo al lateral. El bajón físico sobre el terreno de juego fue evidente. Una carrera de Bacca con todo el Celta reculando estuvo a punto de acabar en gol, pero el balón salió milagrosamente fuera.
Otra pérdida con el tiempo cumplido acabó decantando el desastre celeste. Sisto se equivoca en el medio campo y de nuevo todos corriendo hacia atrás. Tres rebotes y gol de Trigueros.
La “nueva normalidad” viguesa apunta muy mal, no solo por la derrota sino por la imagen lamentable del equipo en su regreso a la competición.
Celta: Rubén; Mallo (Denis Suárez, min.83), Murillo, Araújo, Olaza; Pape (Okay, min. 45), Bradaric, Rafinha (Sisto, min. 58); Hernández (Aidoo, min. 45), Mina (Smolov, min.80), Iago Aspas.
Villarreal: Asenjo; Gaspar, Albiol, Pau, Alberto Moreno; Anguissa, Iborra, Cazorla (Bacca, min. 58); Gerard (Chukwueze, min.58), Alcácer (Ontiveros, min.80), Moi Gómez (Morlanes, min.80).
Gol: 0-1, min. 90: Trigueros resuelve un ataque del Villarreal tras varios rechaces.
Árbitro: Pizarro Gómez (Comité Madrileño). Mostró cartulinas amarillas a Iborra, Pape,
Incidencias: Partido de la jornada 18 de La Liga disputado en el Estadio Municipal de Balaídos. El encuentro se disputó sin público por las medidas decretadas debido a la pandemia del Covid-19.