Tras un gran recibimiento en el aeropuerto de Peinador, la plantilla del Celta se desplazó a las instalaciones de A Madroa para completar una suave sesión de entrenamiento. Allí les esperaban unos 200 aficionados que querían volver a mostrarle su agradecimiento por la gesta del Calderón.
Los jugadores saltaron al césped entre aplausos. Los que fueron titulares ante el Atlético -salvo Guidetti, que arrastraba molestias-, se limitaron a realizar carrera continua. Cada vez que el pelotón celeste se aproximaba al fondo en el que se encontraba la afición, esta comenzaba a entonar cánticos. El primero, obviamente, dedicado a Tucu Hernández, el héroe del Calderón. «Tucu, Tucu, Tucu», coreaban los aficionados y Orellana también se sumó. El chileno comenzó a brincar y a aplaudir a su compañero de selección y ‘semicompatriota’. El Tucu, tímido, agachaba la cabeza y esbozaba una sonrisa.
En la siguiente vuelta, el protagonista indiscutible fue ya Orellana. La afición se acordó de que el 27 de enero había sido el aniversario de ‘el Poeta’ y le brindó un cariñoso «cumpleaños feliz». El jugador agradeció el detalle del celtismo con una sonrisa de oreja a oreja y nuevos brincos de felicidad.
Orellana, a sus 30 años recién cumplidos, se encuentra en el mejor momento de su carrera. Su recuperación en los últimos años ha sido asombrosa. De ser uno de los héroes del ascenso del Celta, pasó a no contar en el Granada. Regresó a Vigo, pero aquí tampoco parecía recuperar su duende. De hecho, a punto estuvo de marcharse. Finalmente, a base de trabajo logró convencer a Luis Enrique, se hizo con un puesto en el once y en las dos últimas temporadas y media está siendo una pieza fundamental en este equipo que amenaza con hacer historia. Orellana es feliz y el Celta lo agradece.