Mouriño no parecía tener ninguna vinculación con el mundo del fútbol, más bien era y sigue siendo un hombre de empresa, pero todo esto no le ha venido regalado. Su trayectoria parte de cero y comienza a trabajar a edad temprana compaginándolo con los estudios. Las circunstancias le conducen a México, donde comienza la carrera empresarial a costa de mucho trabajo, esfuerzo, y, todo hay que decirlo, con la suerte casi siempre a su favor. En el país hispanoamericano crea una empresa vinculada con el sector de la automoción e incluso compra una cadena de gasolineras. Asimismo, termina formando parte de varios consejos de administración y participa como accionista de otras empresas, algunas de ellas muy conocidas.
En el año 2006 decide convertirse en el mayor accionista del Celta de Vigo. Una vez al frente del equipo, la situación comienza a empeorar, sin embargo, hoy, ya en el año 2015, el balance de su labor es totalmente positivo en todos los aspectos y merece el reconocimiento de toda la afición celtista e incluso de toda la ciudadanía, porque un equipo de fútbol que triunfa termina arrastrando a la población a un estado de ánimo que repercute en todos los órdenes de la vida ciudadana y en particular de la hostelería y del comercio. Carlos Mouriño tiene el mérito de haber conseguido encauzar la situación económica del Real Club Celta en contra de la desconfianza generalizada que existía en un principio, así como gestionar adecuadamente la plantilla del equipo para estar a al nivel deportivo que todo el mundo deseaba, y justo es reconocérselo y agradecérselo públicamente, y cuanto más esta semana, porque el miércoles 4 de marzo ha cumplido 72 años. Muchas felicidades y muchas gracias, señor Mouriño.