Aspas se mostró hablador y risueño durante todos los ejercicios del comienzo del entrenamiento. Hablaba con sus compañeros, bromeaba y vivió su momento de gloria cuando, tras la carga física inicial, los jugadores célticos pudieron patear los balones gigantes de gimnasia. Corría el moañés por el césped esquivando e intentando golpear las esferas grandes.
Capítulo aparte merece Guidetti, un jugador que parece una niño cuando tiene un balón cerca. Primero pasó algún que otro apuro en los ejercicios de equilibrio, sobre todo cuando tenía que sostenerse sobre la pierna derecha. Con los rondos comenzó a disfrutar y el momento de gloria llegó en la carrera de recuperación. Y es que el sueco no podía contenerse. Mientras sus compañeros trotaban por el campo, él aprovechaba cualquier balón perdido para dar unos toques, tirar a portería o pasarla a Wass o Tucu, sus socios en las travesuras. Mientras otros formaban un grupo, el nórdico se desolgaba, se despegaba veinte metros, volvía, hacía una pared con alguno de los técnicos…
Pero el momento simpático de la carrera llegó cuando un grupo de aficionados, que eran conocidos de los jugadores, comenzaron a entonar algún cántico desde la grada. Entonces, Guidetti se acercó por allí y, por lo bajo, sugirió: «Tucu, Tucu», para que los seguidores animaran al futbolista argentino. No tuvo mucho éxito porque los conocidos eran pocos, pero quedó el detalle del sueco, que no entendía lo de realizar carrera continúa sin balón.
Así transcurrió la primera sesión de entrenamientos de la semana marcada por la felicidad y el buen ambiente y que, como es habitual, comenzó con la charla del entrenador, Eduardo Berizzo. Hubo aplausos bajo un tímido sol, mientras se acercaba una nube negra que amenazaba con pasar por agua la tarde. Y es que en el horizonte se atisba un campo también negro, el de la conocida como ‘Maldición de Getafe’. Mientras llega, el Celta disfruta de la victoria ante el Eibar y el buen ambiente en A Madroa.