El de A Pobra do Caramiñal mostraba cualidades pero ser un año menor que los mayores de aquella plantilla hacía que, en las mayoría de partidos, comenzará el encuentro en el banquillo, cerca de Guillermo Fernández Romo, el entrenador. Aquel equipo juvenil del Celta finalizó invicto la temporada, conquistó el tÍtulo y disputó una Copa de Campeones en la que, por primera vez en su historia, llegó a la final y cayó ante el Barcelona.
Pedro García, ejercía de pivote, con Pablo Lede y Gabi Misa por delante. Jota saltaba al campo alrededor del minuto sesenta para ocupar la demarcación de interior. Era la norma más habitual, aunque también es cierto que disputó algunos enfrentamientos de titular, entre ellos aquella final ante el conjunto blaugrana. Era el tercer partido en una semana, Misa se cayó, y Jota Peleteiro estaba allí para aprovechar su oportunidad.
Por aquel entonces ya se le veían buenas condiciones al jugador. De calidad técnica indudable, paseía pase y disparo. La llegada al área contraria la afinaría un poco más adelante, así como el despliegue físico. Muy delgado, quizás la falta de intensidad defensiva, o el escaso rigor táctico le costaron minutos aquella temporada. Sin embargo, el año siguiente, tuvo todos los partidos del mundo. Era la referencia del juvenil del Celta, pero en la 2009/2010, el conjunto no era el mismo. Una temporada de altibajos que terminó fuera de las dos primeras plazas.
El salto al filial era claro y evidente. Además, comenzaban a llegar las llamadas de la pretemporada del primer equipo. En Melgaço con Paco Herrera vio de cerca la vida del profesional y también comenzó a pasar por el gimnasio. Brazos muy flacos y algunas sesiones de flexiones. Vio las puertas del primer equipo e incluso tuvo algunas oportunidades. Disputó cuatro partidos en los que tuvo 144 minutos.
Sin embargo, en aquella temporada comenzó a forjar su cartel de gran promesa de la cantera en el filial. Si en las categorías inferiores no destacó tanto, si en juvenil tuvo un papel algo secundario, en Barreiro se colocó el cartel de principal estrella de la cantera. Rebasó a compañeros con los que había compartido equipo. Ya asentado en la mediapunta, por detrás del delantero explotó su capacidad goleadora. Seis goles la primera temporada y dieciséis la segunda, incluido un ‘hat-trick’ tras bajarse del avión. Fue convocado el día anterior con el primer equipo, no jugó, pero encadenó viajes para llegar al mediodía al barrio de Lavadores y contribuir a una victoria de un filial céltico muy necesitado y que, a pesar de ganar aquel día 3-1, terminó en Tercera.
Jota Peleteiro no iba a descender y, en el Celta, todo el mundo establecía que su lugar era el primer equipo. No obstante, comenzó a sonar el teléfono. Al de A Pobra lo reclamaba el Real Madrid. Una llamada tras otras, pero en Praza de España no gustaba la idea. En el primer momento porque se quedaban sin un elemento para el regreso a Primera y, como segundo factor, porque no estaban dispuestos a desprenderse de un futbolistas de veinte años y proyección extraordinaria. No hubo acuerdo de traspaso y aquello se solucionó con una cesión por una temporada. Con el tiempo, sería lo mejor para todos porque la etapa madrileña de Jota no fue, digamos, que ideal.
De meter más de una quincena de goles a anécdota en un club mastodóntico. De referencia en Barreiro a gallego perdido en Valdebebas. Una miseria de 48 minutos repartidos en tres partidos con la camiseta blanca. Sin duda, en la campaña en la capital de España, Jota utilizó mucho mejor sus 20 años en las discotecas y establecimientos de hostelería que en el campo. Lo que podría considerarse una temporada a la basura. Eso sí, hubo noticias del futbolista, pero lejos de la sección de deportes de los medios de comunicación. Comenzó una relación sentimental con Jessica Bueno, estrella de la prensa rosa por tener un noviazgo con Paquirrín y coronarlo con una hija…
Llegó el verano y Jota Peleteiro regresó a Vigo como estrella del papel cuché y futbolista cuestionado. El Celta, que no quiso venderlo a la entidad blanca, tuvo que pensar y mucho que hacer con su futuro. Con el imprescindible acuerdo del futbolista, le encontró el mejor sitio posible para un joven despistado en Segunda División, el Eibar. Un recién ascendido que podía asumir el riesgo de contar con un jugador que se había pasado un curso en blanco en la categoría de plata.
Como en su día sucedió con David Villa, Jota se hizo futbolista en Ipurúa y, probablablemente, también profesional y hombre. Y es que una campaña entre los montes de Arrrate y Galdarramiño pueden ser una escuela de vida. De estar en el mastodóntico Real Madrid y con una plantilla de jóvenes de su edad, Jota se encontró en un club semiprofesional, siendo el segundo más joven del equipo y en un vestuario con media docena de futbolsitas de más de treinta años. Alguno de ellos se estrenaba en la categoría. Siempre lejos de los focos.
Pasó de disputar 48 minutos a estar sobre el campo 2.705. Treinta y un partidos como titular, once goles e incluído en el mejor once de Segunda División al finalizar la campaña. Su campaña fue tan notable como la del Eibar. El conjunto armero ascendió a Primera División contra todo pronóstico. El primer ascenso de su historia y Jota Peleteiro como referencia. La particular ‘Operación Rescate’ de la promesa había resultado y le quedaba una temporada. No la pasaría en Vigo.
«Ellos han optado por no aceptar las condiciones que yo ponía y yo no acepte las que ellos ponían. No hay nada malo, hay que seguir la vida», indicó ayer el propio Jota Peleteiro en Radiovigo. Y es que aquel verano se entabló una conversación entre el canterano y el club. La entidad mantuvo una postura, el jugador otra y quedaba menos de una año para que expirase el contrato del jugador. Tras las dudas madrileñas, Jota Peleteiro mostró que servía para el fútbol en Eibar, pero ¿cuánto valía?. El Celta evitó riesgos ante una negociación problemática, cogió el millón y medio de euros que ofreció el Brentford londinense y el mediapunta volvía a la Segunda División, pero a la inglesa.
Y así acabó su relación con el Celta. Una tobogán de sensaciones, idas, venidas, desencuentros y giros. Al final, la estrella del filial, el mediapunta del ‘hat-trick’ en Barreiro, conocerá lo que es jugar la Primera División en Balaídos con la camiseta del Eibar. De nuevo, en calidad de cedido, en esta ocasión del Brentford. A sus 24 años, Jota llega a Vigo tras no completar dos temporadas seguidas en un mismo equipo desde su etapa en el filial vigués. Un rumbo lleno de cambios y con pasos veraniegos por A Madroa.
«Con el Celta no tengo ningún resquemor ni rencor porque el fútbol es así. Había dos partes y nos nos pusimos de acuerdo. No creo que haya un mal recibimiento», reflexionaba ayer un Jota Peleteiro sobre su posible recibimiento en Balaídos. Curiosamente, lo único que no cambio desde su paso por Madrid es su pareja. Ahora está casado y espera un niño con Jessica Buena. El corazón varió menos que la camiseta en estos años y sigue siendo un atractivo para el papel cuché. Aunque, ahora, también lo es para el reciclado de la prensa tradicional.