Después de que España se hiciese con la victoria en el Mundial de 2010, se estableció la costumbre de que Andrés Iniesta, el autor del gol en la final contra Holanda, fuese ovacionado en muchos campos españoles. Al manchego, de esta manera, se le reconocía su enorme contribución al fútbol español más allá de los colores. Incluso el público del Santiago Bernabéu se ha rendido a sus pies en más de una ocasión. Pues bien, el Celta tiene desde este domingo su propio Iniesta.
Lo de Krohn-Dehli tiene incluso más mérito, porque la afición del Eibar no tiene nada que agradecer al danés. Al contrario, este domingo lo tuvo que sufrir. Fue el mejor del Celta y del partido. Volvió completamente locos al centro del campo y a la defensa eibarrenses con sus apariciones al borde del área, sus pases milimétricos y, en general, su enorme clase. También buscó su gol, pero ya sabemos que el disparo a puerta no se encuentra entre las múltiples virtudes de este talentoso futbolista. Krohn-Dehli se marchó del césped con la satisfacción que solo otorga el deber cumplido para cederle su puesto a Radoja en el minuto 86. E Ipurúa se puso en pie para despedirlo como se merecía. Los aficionados célticos que se dieron cita en el estadio, y que disfrutaron de una jornada de hermandad con las peñas del Eibar, contagiaron a la hinchada local.
El celtismo tiene poco más de un mes para despedirse de su ídolo. Tanto su representante como el presidente del club, Carlos Mouriño, confirmaron la pasada semana que no seguirá en Vigo. Sea cual sea su destino, la afición del Celta añorará y estará eternamente agradecida a Krohn-Dehli. Y si visita Balaídos con otra camiseta, seguro que se llevará una ovación como la que se llevó este domingo en Ipurúa.