Si consultamos lo que dice La Red de Carlos Mouriño en cuanto a su actividad empresarial, vemos que ya en su etapa mexicana se dedicó a la producción de alfombrillas para autos, al reciclaje de papel y sobre todo a la distribución de combustibles con su red de gasolineras en la localidad de Campeche, al sur del Golfo de México.
Pero desde 2006 don Carlos tiene también una empresa (Sociedad Anónima Deportiva) en nuestra ciudad dedicada al espectáculo deportivo.
El señor Mouriño tomó la citada empresa con serios problemas financieros y en unos años consiguió reducir y acabar con los números rojos. También logró dotar de patrimonio a la empresa con un edificio social en el centro de la ciudad y con un gran solar en las proximidades de Vigo donde hoy se construyen instalaciones para la compañía.
Visto así no se puede decir que don Carlos lo haya hecho mal estos últimos catorce años con su querida sociedad anónima, porque los números le salen y casi todos los ejercicios los cierra con superávit.
Pero el señor Mouriño parece olvidarse de que esta empresa se dedica al espectáculo deportivo y sus clientes, que pagan sus abonos religiosamente, quieren ver ‘algo’ de ese espectáculo y no sufrir viendo como su S.A.D. es derrotada un domingo sí y otro también, como en las dos últimas temporadas.
Así que, don Carlos, es posible que los balances de su empresa sean magníficos y la hoja Excel con el resumen de datos económicos sea brillante, pero sus clientes, que son los aficionados del RC Celta, quieren ver ganar a su equipo con una cierta frecuencia. Y de esa parte parece que se ha olvidado, don Carlos.
En esta coyuntura viral que ahora mismo nos asola, la afición celeste no puede acudir al estadio de Balaídos. Cuando la pandemia se relaje y se permita entrar en el campo, vistas las actuaciones del equipo, es posible que en el palco estén don Carlos, su familia y la cúpula directiva, mientras las gradas seguirán vacías de unos aficionados que habrán dicho basta.
Y es que las tomaduras de pelo acaban molestando bastante, aunque don Carlos no se lo crea.