Desde hace casi un año el RC Celta, bajo la presidencia de Marián Mouriño, está escribiendo un nuevo capítulo en su historia. La rueda de prensa celebrada esta mañana en A Sede fue una oportunidad para analizar el primer año de esta nueva etapa y para vislumbrar el futuro del club. Mouriño, compartió su visión para el futuro del Celta, desgranando los desafíos superados y delineando objetivos por alcanzar, sus emociones y los desafíos que ha enfrentado en este periplo pero también fue el momento para hablar de sus emociones y de los desafíos que ha enfrentado el camino. Sin duda, la mandataria celeste ha imprimido un sello personal en la entidad, marcando un rumbo claro y ambicioso.
Un legado familiar y una visión propia
Marián Mouriño no es una figura cualquiera en el Celta. Como hija de Carlos Mouriño, expresidente del club, su liderazgo ha sido marcado por una doble carga: honrar el legado de su padre y a la vez forjar un camino propio recuperando alguna de las características del club que se habían ido diluyendo en los últimos años. Desde el principio, ha mostrado un enfoque basado en la cercanía y el respeto por la historia del club, un enfoque que ha resonado con la afición. “El Celta tiene que estar por encima de entrenadores que han pasado», subrayó en la conferencia, señalando su compromiso con un proyecto que trasciende nombres y se enfoca en la solidez institucional que va más allá de personalismos.
Una nueva era de crecimiento
El proyecto de Mouriño está cimentado en la ambición de un club que busca posicionarse a nivel internacional sin perder su esencia local. Uno de sus pilares es el ambicioso plan GS360, que va más allá de la mera mejora deportiva para incluir una transformación de las infraestructuras del club. Esta iniciativa apunta a crear un ecosistema de desarrollo integral para los jóvenes jugadores y jugadoras, ofreciendo formación profesional para aquellos que no alcancen el nivel de élite. “Con GS360, un chico no solo tendrá la opción de ser futbolista profesional; tendrá salidas dentro de nuestro propio ecosistema”, explicó Mouriño, dejando claro que el club está construyendo un futuro sostenible en todos los niveles.
El Estadio de Balaídos se erige como otra piedra angular de este proyecto. Para Mouriño, la renovación del estadio no solo es una cuestión estructural, sino emocional. Su visión es convertir Balaídos en un símbolo de orgullo y pertenencia para el celtismo, un lugar donde los recuerdos y las experiencias se entrelacen con la identidad del club: “Queremos que Balaídos sea ese fortín, ese sitio donde todos vamos a vivir estas experiencias, a defender nuestros colores con orgullo”.
Además Marián Mouriño ha conseguido tender puentes con las instituciones clave a través de una estrategia que combina diplomacia, diálogo constante y una visión de colaboración a largo plazo. Mouriño ha trabajado en estrecha colaboración con el Ayuntamiento de Vigo y la Xunta de Galicia para asegurar el apoyo institucional en proyectos clave para el RC Celta, como la, ya mencionado, renovación del estadio de Balaídos y la mejora de las instalaciones del club. A pesar de que históricamente ha habido tensiones entre el club y el gobierno local, especialmente en torno a la propiedad y financiación de las infraestructuras, Mouriño ha mostrado un enfoque más conciliador. Ha logrado establecer un diálogo fluido con las autoridades, facilitando acuerdos en temas clave como la renovación del estadio, que es fundamental tanto para el club como para la ciudad.
Para Marián Mouriño, el Celta es un proyecto a largo plazo que apenas comienza. Su liderazgo ha sentado las bases para un futuro en el que el club no solo competirá en el más alto nivel, sino que también tratará de posicionarse como un referente en infraestructura, formación y responsabilidad social. Con la ampliación del complejo AFouteza y la construcción de nuevas instalaciones de entrenamiento, Mouriño planea dotar al club de las herramientas necesarias para competir al más alto nivel durante décadas.
La cantera y el fútbol femenino
Mouriño también ha enfatizado el papel crucial que la cantera desempeña en el presente y el futuro del Celta. Bajo su mandato, el club ha duplicado el equipo de scouting, demostrando su intención de reforzar la captación de jóvenes talentos y consolidar al Celta como un referente en el desarrollo de futbolistas. Esta estrategia se extiende al creciente proyecto del equipo femenino, As Celtas, que ha sido aclamado tanto por por la increíble acogida que ha tenido entre los seguidores y dentro del propio club. El Celta era “un equipo de fútbol masculino, cien años pensando solo en masculino… y, sin embargo, el impacto de As Celtas ha sido increíble», afirmó la presidenta, destacando con orgullo cómo el proyecto ha superado las expectativas.
Un año de emociones
Este primer año ha estado lejos de ser sencillo. Mouriño ha tenido que navegar entre la euforia del centenario del club y las dificultades deportivas que han surgido. Enfrentó la salida del entrenador Rafa Benítez y tuvo que gestionar una temporada marcada por la incertidumbre en el terreno de juego. «Efectivamente ha sido un año convulso y de muchísimas emociones”, confesó, aludiendo a los desafíos personales y profesionales que ha enfrentado desde que asumió el cargo.
Uno de los momentos más emotivos del año fue, sin duda, la permanencia del equipo en La Liga, un hito que coincidió con las celebraciones del centenario. “Se me ponen los pelos de punta cada vez que entro en Balaídos y escucho al celtismo”, comentó, visiblemente emocionada. Esa conexión emocional entre club y afición ha sido una constante en su discurso y su gestión, acercando el club, el equipo, a sus seguidores y acortando una distancia que en los últimos años se había acrecentado de manera exponencial
Un futuro prometedor
Mouriño ha dejado claro que su compromiso con el RC Celta va más allá del corto plazo. Con una mezcla de ambición, pasión y visión estratégica, ha transformado un club en transición en una institución que mira al futuro con optimismo. Su primer año ha sido solo el comienzo, y bajo su liderazgo, el Celta se prepara para seguir escalando, consolidándose como un emblema tanto de Galicia como del fútbol internacional.