Guidetti ha conquistado el corazón del celtismo por su carisma y también por su cercanía. En esta entrevista se refiere a un episodio sucedido a los pocos meses de llegar a Vigo y que ejemplifica este carácter abierto. El día después de estrenarse como titular, el delantero sueco fue a dar un paseo a la playa de Patos y allí se puso a dar toques de balón con un joven aficionado celeste. Guidetti cree que gestos como este deberían ser habituales. «Si un niño quiere jugar conmigo, ¿por qué no? A mí no me supone nada y para él significa un mundo. Cuesta tan poco y da tanto… Yo me pongo en su lugar y sé que lo recordará toda la vida, así que debo hacerlo», explica en esta entrevista.
Este sueco de antepasados italianos pasó parte de su infancia en Kenia y cree que eso le ayudó a forjar su carácter. «Soy una mezcla de todo eso. Desde que naces, todas las experiencias de tu vida te convierten en la persona que eres. Haber estado en tantos lugares, haber conocido tanta gente y tantas culturas, es un lujo. Quiero sacar todo lo positivo de cada etapa», señala.
El delantero asegura que todas las experiencias de su vida le han ayudado a progresar. «Aprendí en cada paso. En África a veces juegas con botas, otras descalzo; a veces sobre hierba, otras en tierra; a veces el balón es redondo, otras no… Luego, en el Manchester City, el campo es una alfombra verde y recibes pases milimétricos de los mejores del mundo», comenta.
Comparación con Ibrahimovic
En esta Eurocopa comparte equipo con la que posiblemente sea la mayor leyenda del fútbol sueco, Zlatan Ibrahimovic. Cree que aunque jueguen en la misma posición no puede compararse con él. «Nunca va a haber otro Zlatan. Él es único. Sería una tontería intentar ser como él. Yo quiero ser el mejor John Guidetti posible«, dice.
Guidetti cree que aún no ha alcanzado su techo y se pone como ejemplo a seguir a Ibrahimovic. «Estoy feliz por este año, pero sé que puedo hacerlo mucho mejor y a por eso voy. La manera en que hablaba y actuaba (Ibrahimovic) fue una inspiración. Él decía ‘voy a ser el mejor’, y eso ¡es muy raro en un sueco! Ahí me di cuenta de que se podía decir eso. ¡Queremos ser los mejores! Cambió nuestra manera de pensar«, comenta.
Con la presencia en esta Eurocopa se saca la espina de no poder haber estado en la anterior por unos problemas físicos causados por una intoxicación alimentaria. «Fue doloroso, porque era mi sueño y no sabía si podría volver. Pero no pasé las pruebas médicas. Fue un proceso muy largo, mentalmente terrible. Trabajaba 8 horas al día para ponerme a punto y no veía ningún progreso. Día tras día. Nada. Tenía grandes sueños, y por eso me resultó tan difícil. Tengo 24 años y he perdido dos años de carrera. Ahora empiezo a entender que todavía estoy a tiempo», asegura.
El pasado verano logró la victoria en el Europeo sub-21 con Suecia, lo que le dio a la selección escandinava su pasaporte para los Juegos Olímpicos, una competición en la que no podrá estar por sus compromisos con el Celta. «Esa victoria fue algo enorme. Significó muchísimo para nuestro país. La llevo tatuada en el brazo porque es algo único. Hacía mucho tiempo que Suecia no iba a unos Juegos Olímpicos. Fue casi un milagro que lográramos clasificarnos y de guinda, fuimos campeones. Es una generación con mucho talento», admite.
En los próximos meses le esperan varios retos. Tras jugar la Eurocopa, iniciará una pretemporada muy especial para el Celta, ya que será la de su regreso a Europa, que se producirá en septiembre, el mes en el que nacerá su primera hija. «Un año tremendo, ¿eh?», reconoce el sueco.
Por último, en esta entrevista se refirió también a la fundación que tiene en Nairobi con la que intenta ayudar a niños pobres a través del fútbol. «Solo un pequeño porcentaje de los que juegan al fútbol llegan a vivir de eso. Por eso para mí es muy importante la educación. Cuando dejen la fundación, si no han logrado destacar como jugadores, por lo menos se irán con un oficio, carpintero, profesor, pintor… y con eso podrán tener una vida mejor«, finaliza.