Se ha cerrado lo que los periodistas llaman la ventana de invierno de la Liga, que son unos días durante los cuales es posible incorporar o traspasar jugadores, y en los cuales la sociedad anónima deportiva de Carlos Mouriño ha firmado a tres nuevos jugadores, el colombiano Murillo, el croata Bradaric y el ruso Smolov. A cambio se ha desprendido del defensor Costas, del delantero Beauvu y del medio Lobotka, traspasado al Nápoles por 20 M€.
No sé qué entrenador famoso decía que para tener un buen equipo debías retener a tus mejores jugadores y desprenderte del resto hasta conformar un buen bloque.
Suponemos que con los entrenadores debería suceder lo mismo, es decir quedarte con el “míster” que mejores resultados consigue. Pero Carlos Mouriño no lo ve así, cuando tiene un técnico asentado y del agrado de plantilla y afición lo despide y sin explicar las razones. Véase el Toto Berizzo hace tres años.
Y respecto a la plantilla sucede algo parecido, cuando un jugador proporciona un buen rendimiento no tarda mucho en traspasarlo. El verano pasado el club proporcionó un delantero goleador al Valencia a cambio de 14M€ y Santi Mina, con lo cual el negocio fue tan redondo que este año el equipo no mete un gol al arco iris.
Desconozco si hoy la economía celeste necesita de éstos movimientos financieros pero la sensación que da es que no se trata de conformar un buen equipo, sino de mover la plantilla para que entren en caja cada temporada unos buenos millones de euros.
En estos momentos, si vemos la clasificación liguera, la situación deportiva es harto delicada… otra temporada más. Pero siempre puede suceder que en la segunda vuelta el equipo con los nuevos fichajes reaccione y se hinche a marcar goles, ganar partidos y todo cambie.
Es posible, pero los milagros dos años seguidos no se suelen dar.