John tenía solo tres años cuando la familia Guidetti decidió trasladarse a Kenia. Su padre, Mike, un exjugador de rugby de origen italiano -y también con raíces brasileñas-, se convirtió en el director de una escuela sueca en Nairobi. El pequeño John, un risueño niño de pelo rubio, tuvo allí su primer contacto con el fútbol en los enfangados campos africanos. Los Guidetti decidieron regresar a Suecia poco después y John ingresó en la cantera del Brommapojkarna, uno de los mejores clubes de base del país.
Pero tanto Mike como Susanne, su madre, añoraban África, su gente, su calor. Y cuando John tenía 10 años hicieron de nuevo las maletas para volver a Kenia. Trasladó allí su pasión por el fútbol y se integró en un equipo local. «Lo primero que sucedió cuando empecé en el equipo fue que enterramos a nuestro capitán, que se ahogó junto con su hermano cuando iban a bañarse en una piscina de unos ricos después de un entrenamiento. Casi todos los niños jugaban descalzos», explicó Guidetti hace unos meses a la revista sueca King Magazine.
Estas penurias despertaron el espíritu solidario de su padre Mike, que se puso en contacto con el club en el que su hijo militaba en Suecia, el Brommapojkarna, para que crease un filial en Kenia. Así nació el Impala Bromma Boys. Desde Escandinavia se le surtió de balones, camisetas, botas y demás material deportivo. La piel blanca y la cabellera rubia del pequeño John lo hacían inconfundible en aquellos campos africanos. Esta experiencia llevó a la creación posterior de la Guidetti Foundation, que ayuda a través del fútbol a los niños desfavorecidos de Kibera y Mathare, dos barrios marginales de Nairobi. El propio John mantiene contacto periódico con sus responsables en África y en 2012 visitó sus instalaciones.
Los Guidetti regresaron definitivamente de Kenia cuando John tenía 12 años. De vuelta en Suecia, comenzó a tomarse muy en serio el fútbol. «Yo no era el mayor talento, pero luché muy duro. He entrenado más que cualquier otro. Los otros chicos pensaban que estaba mal de la cabeza, pero lo único que quería era jugar al fútbol», asegura.
Sus buenas actuaciones con el Brommapojkarna provocaron que clubes de media Europa se interesaran por él. A los 13 años, probó con la Lazio. A este ‘cásting’, le siguieron muchos más. Recuerda especialmente cuando se trasladó a Milán para probar con el Inter, en el que por aquel entonces militaba su compatriota Zlatan Ibrahimovic. Mike Guidetti alquiló un Fiat Punto para esta estancia en Italia y ambos, padre e hijo, durmieron una semana en el coche. Se celebraba la Semana de la Moda en Milán, las plazas hoteleras escaseaban -los precios de las disponibles estaban por las nubes- y no había otra alternativa.
Pero su destino final no fue el país de origen de su padre, sino Inglaterra. Cuando John tenía solo 15 años se marchó al Manchester City, que entrenaba otro sueco ilustre, Sven-Göran Ericksson. Allí, conicidiría con el jugador de Salceda de Caselas Denis Suárez y se encontraría con un férreo y competitivo método de trabajo al que no estaba acostumbrado. «En casa, yo tenía un montón de amigos. Nos relajábamos, jugábamos al fútbol. En Manchester, no tenía ninguno. Lo único que pensé fue: ‘¿Qué demonios he hecho?'», explica John.
Y aquí empieza la carrera profesional de John Guidetti. Perteneció durante siete años al Manchester City, pero no llegó a disputar ni un solo partido oficial con el equipo inglés -sí con el equipo reserva-. Se sucedieron las cesiones y también las lesiones. Sus mejores momentos los vivió en el Feyenoord holandés a las órdenes de Ronald Koeman, donde se destapó como un gran goleador. Fue en la 2011/12. Las lesiones y un virus cortaron su progresión. Resurgió la pasada campaña en el Celtic, con el que marcó 15 goles en 35 partidos repartidos en cuatro competiciones. Además, recientemente se proclamó campeón de Europa sub-21 con su selección.
Ahora, ya desligado del Manchester City, se lo rifaban clubes de media Europa. Pero el Celta ha tomado la delantera. Comparte agente con Daniel Wass y ahora comparte también equipo.