Posesión, llegadas al área, disparos, ocasiones… Las estadísticas son eso, solo estadísticas, y cuando enfrente está Simeone no tienen ninguna importancia. Lo único que importa es marcar, como argentino de pura cepa lo sabe, el resto no tiene transcendencia. Y para ello vale con fijar marcajes, rascar abajo en los tobillos y esperar un buen córner en el que sentenciar.
Su equipo lo tiene bien aprendido y cuando se encuentra enfrente con una defensa blandita no perdona. Y eso que el Celta realizó un buen partido, con el centro del campo comandado por el Tucu dando oxígeno a las bandas para que Sisto y Apas llegasen con peligro al área. En apenas quince minutos, dos disparos del moañés y un cabezazo de Sergi rondaron la portería de Oblak.
El Atlético se vio desbordado y no dio señales de vida hasta la media hora con un disparo de Griezmann desde fuera del área que obligó a Sergio a sacar la manopla, sería la jugada decisiva y la única. Fue en ese córner en el que el conjunto de Simeone no perdonó. No lo había merecido, ni mucho menos, pero Gameiro estuvo listo para cazar un rebote en el área pequeña y poner a los colchoneros por delante.
Si los madrileños ya estaban agazapados, a partir de ahí el autobús se convirtió en trolebús. Puso cerco el Celta a la portería del Atlético, pero le faltó contundencia. Había que remar contracorriente, una vez más por un fallo defensivo, pero en el área tampoco hubo acierto. El balón rondó la meta rival sin que nadie acertase a enchufarla.
Todos atrás, rascar piernas y a correr, en eso se resumió la estrategia del equipo Champions. Mientras, los célticos comenzaron a desesperarse, intentaron prolongar sus posesiones, buscar las bandas para colgar balones, pero en pocas ocasiones llegaron asistencias con alguna garantía de remate.
Un disparo de Aspas en un libre directo al borde del área despertó a los vigueses, que entraron en una dinámica autodestructiva por las erráticas decisiones de Munuera Montero, permisivo con la insistencia del Atlético en hacer falta en cada ataque del Celta. El colegiado tampoco entendió penalti en una mano de Gabi en el área, lo que acabó por encrespar los ánimos.
Unzué se la jugó a una doble carta. Metió a Emre Mor, que no fue titular por los problemas físicos que arrastraba, y a Guidetti, que regresó tras la lesión sufrida en pretemporada. Se fueron Wass y Cabral. La apuesta era clara con veinte minutos por delante. Más riesgo atrás en busca del premio.
El Atlético defendió con uñas y dientes su resultado. Los once encerrados en el área, en plena resistencia numantima, y al final no hubo opción para la remontada. El partido en el que solo medio Balaídos jugó, puesto que la grada de Río estuvo vacía, el Celta no pudo con «Trolebuses Simeone».
Celta: Sergio, Hugo Mallo, Cabral (Guidetti, min. 71), Sergi Gómez, Jonny, Lobotka, Tucu, Wass (Emre Mor, min. 71), Aspas, Sisto, Maxi Gómez.
Atlético: Oblak; Juanfran, Savic, Godín, Lucas; Gabi (Giménez, min. 65), Thomas, Saúl, Correa; Gameiro (Gaitán, min. 60) y Griezmann.
Goles: 0-1, min. 27: Gameiro caza un balón en el área pequeña.
Árbitro: José Luis Munuera Montero (Jaén). Mostró tarjetas amarillas a Savic, Saúl, Jonny, Gabi, Cabral, Tucu Hernández, Thomas y Juanfran.
Incidencias: Jornada número 9 de Liga. Estadio Municipal de Balaídos con la grada de Río cerrada por problemas en la obra de remodelación.