El colegiado lo vio claro. Negó de forma repetida con la cabeza mientras continuaba el juego. Los futbolistas del Celta protestaron de manera enérgica y el partidó siguió, durante unos segundos, como «siguen las cosas que no tienen mucho sentido», que cantaba Joaquín Sabina en ‘Donde habita el olivido’.
Y es que la acción, probablemente, no se olvidará en una semana y, si el Celta cae eliminado, no se olvidará en meses. Después llegó el final con el 0-0 y el momento de revisar el vídeo y la normativa confusa a la que se agarrará Estrada Fernández y los comentaristas arbitrales de tertulias futbolísticas.
¿El balón golpeó el brazo de Thomas? Sí. ¿Fue voluntario? No. ¿Thomas tenía el brazo extendido? Sí ¿Thomas interceptó la trayectoria del balón? Sí ¿Thomas hizo lo necesario para evitar el toque del balón con el brazo? No ¿Thomas intentó retirar el brazo? No.
Todas estás preguntas son necesarias a la hora de establecer si la mano conlleva infracción. Partimos de un golpeo claro de Thomas con el brazo extendido e involuntario. El agravante que, para el que escribe determina la acción, es que el jugador del Atlético no hace ningún gesto para evitar el contacto del esférico con el brazo. Salta en el área con el brazo abierto, lo que es una temeridad y no lo recoge cuando observa que el balón está a punto de golpearlo. Corta su trayectoria y lo desvía en otra dirección. Por lo tanto, existe el contacto de la pelota con la mano y no hace nada para evitarlo. Conclusión: penalti. O, al menos, así me lo explicó una vez un colegiado.
Pudo ser que Estrada Fernández tenga otra explicación de la acción. Pudiera ser. Desde luego, sus gestos ante los futbolistas del Celta eran de una seguridad pasmosa y que llegaron tras un arbitraje en la tarde de Balaídos que, al menos, pareció parcial. Durante la primera mitad y parte de la segunda Guidetti y, por momentos, Pablo Hernández, parecían un particular ‘puching ball’ para Godín y sus compañeros rojiblancos. El sueco y el argentino no son santos y también repartieron alguna que otra caricia. Si bien, el silbato pareció sonar mucho más hacia un lado que hacia el otro. A la misma falta, a una acción similar, parecía una cosa en función del poosedor del balón. Y si durante 89 minutos parece existir esta sensación y en el 90 llega una jugada dudosa…