Nació en una ciudad con un número alto de fichas de fútbol sala y fútbol y ningún equipo sénior en la élite de la pista pequeña. El más cercano, el Mosteiro Bembrive en Segunda División B. La única experiencia en la máxima categoría llegó gracias a un fusión y fue por el año 2006. Desaparició en cuestión de meses y dejando un recuerdo amargo. Por aquel entonces, pocos intuían que pudiera haber un jugador vigués con capacidad para militar en la selección española.
Sin embargo, ya existía y, con mucha probabilidad, acudió a más de un partido porque vivía -a tiempo parcial- cerca de As Travesas, en el barrio de Coia. Sin embargo, por aquel entonces un joven Adrián Alonso, que ya se había ganado el apodo de ‘Pola’ por su despistado carácter, ya había dado varios pasos hacia la élite de su deporte. Los primeros llegaron a unos kilómetros de la ciudad olívica, en Redondela. Allí encontraron su sitio varios veteranos del fútbol sala vigués y una joven promesa que pronto captó el Lobelle, por aquel entonces un equipo en esplendor, para apuntalar su futuro.
Jugó una campaña fue cedido y a partir del verano de 2007 ya se quedó en la primera plantilla de la formación de Santiago. Hace casi nueve años y con la mayoría de edad recién estrenada. En uno de los mejores equipos de España destacó pronto por su velocidad, su disciplina táctica y su agresividad, a pesar de su menudo tamaño. Un fijo en casi todos los sistemas de su entrenador, Pola comenzó a ser un fijo, se convirtió en el jugador que todo entrenador quiere y llegaron las finales. Algunas perdidas y una Copa de España buscada durante varias ediciones.
Tras más de cien partidos en la capital de Galicia llegó el momento del salto a uno de los conjuntos históricos del fútbol sala español. Podría haber sido ElPozo o el Barcelona, pero en aquellos momentos el que estaba en reconversión era el Interviú, ahora Inter Movistar y en él militaba Rafael, ex-compañero. Las cartas estaban marcadas. Llegó a Madrid para quedarse y asentarse en lo deportivo y en lo personal. «Me llamaron para la selección hace cuatro años y me lesioné justo antes del Europeo», reconoce el vigués. Y es que todo parecía ir bien hasta que se cruzó el infortunio. Problemas físicos coronados con la lesión de cruzado. Por primera vez su delgada figura se resquebrajó.
Tocaron muchos meses de rehabilitación y trabajo. Su club, por contrato o por fe, lo mantuvo y a los 27 años ya es un jugador veterano y un líder. «En la selección, Venancio siempre confió en mí. Antes tenía un papel diferente, ahora tengo otro rol en el grupo, pero siempre tuve minutos», destaca Adrián Alonso ‘Pola’. Ese papel viene a ser el engranage que une defensa y ataque, el jugador del equilibrio, el que sirve para un roto, un descoshido o un traje nuevo. Y es que, como indica el jugador vigués, «de los jugadores que estaban cuando yo llegué sólo queda Ortiz. Paco Sedano es mayor, pero no estaba».
El valor de un futbolista como Pola se resume de forma fácil y contrapuesta. «No me caracterizo por ser un goleador, aunque este año llevo diecisiete goles en el Inter, se me esta dando bien»; reconoce y añade que «estuve todo el Europeo sin marcar y en la final hice dos». Para el gol, para asistir o para defender es un campeón de Europa del barrio de Coia con formación en Redondela y Santiago. «Tardé más que otros en ganar desde que llegué a la selección española», reconoce y «es una pequeña espinita porque hace cuatro años estaba en la lista». Una espina que ya esta olvidada y, probablamente, el veterano vigués de 27 años termine con más de un título internacional. Ya existe un cierto aroma a Mundial y a Brasil…