Enrique Míguez abrió un camino que muchos han continuando en Galicia. Antes que él otro gallego, Luis Gregorio Ramos Misioné, ya había probado la gloria olímpica en piragüismo, al lograr sendas medallas en Montreal 76 y Moscú 80 en K-4 y K-2, respectivamente. Pero los éxitos de Míguez con la canoa, sobre todo el que logró en Los Ángeles, fueron los que finalmente han tenido más continuidad. David Cal, sin ir más lejos, es su más digno heredero. Y recordemos que solo tenía 18 años cuando alcanzó la gloria. «Fui un poco prematuro. Todavía estaba en la categoría júnior. Participar en unos Juegos y conseguir una medalla con 18 años muy poca gente lo ha conseguido. Esa medalla supuso el arranque de la canoa y del piragüismo en Galicia. Anteriormente, Misioné consiguió medallas en Montreal y Moscú, pero no consiguió el mismo auge que tuvo tras nuestra medalla. Desde 1984 Galicia domina en la canoa por encima de las otras comuninades en un porcentaje muy elevado», explica Míguez.
Recuerda con mucho cariño esa primera experiencia olímpica junto a Narciso Suárez: «Sentí mucha alegría, pero en aquel momento no llegas a saber la repercusión. Eran mis primeros Juegos, en un país que quedaba muy lejos. Una semana antes de empezar tenía tal cansancio encima que recuerdo estar haciendo una serie con mi compañero Narciso y que se me quedó la pala atrás de lo reventado que estaba. Una semana más tarde conseguí una medalla gracias al esfuerzo y al trabajo».
El ‘espinón’ de Barcelona
Tras este primer éxito, llegaron dos citas olímpicas más: Seúl y Barcelona. En ninguna de ellas pudo acercarse al podio y especialmente frustrante fue la experiencia de 1992. El barco de Míguez y Suárez partía como uno de los favoritos, pero a última hora surgió un contratiempo que les impidió rendir a su nivel habitual. «Con los Juegos de Barcelona no tengo una espinita clavada, tengo un ‘espinón’. Los habíamos preparado a conciencia, éramos un barco finalista. Durante todo el año, en las regatas internacionales lo hicimos bien y fuimos en progresión. A menos de un mes de los Juegos, en Alemania, donde el nivel era incluso mayor que en los propios Juegos, quedamos segundos a una décima de los que ganaron. Sabía que era difícil, pero si de algo estaba seguro, y hubiese firmado un cheque en blanco, era de que sacaríamos medalla en Barcelona. Pero mi compañero tuvo un problema intestinal y se pasó toda la noche anterior en el baño. Al día siguiente, las fuerzas fallaron».
Competir y disfrutar
Además de estas tres presencias olímpicas, Míguez ha participado en nueve Mundiales y ha sido medallista en los Juegos del Mediterráneo. Sus éxitos en las pruebas nacionales son incontables y él mismo reconoce que «las medallas en Campeonatos de España ni las cuento. Según me las dan, las echo en una bolsa». Con el paso de los años, obviamente se ha ido alejando de la élite, pero no de la competición. Sigue participando en pruebas de veteranos, pero también en alguna sénior. «No tengo la calidad de los primeros, pero sigo luchando y demostrándome a mí mismo que aún puedo seguir ahí para disfrutar. Ya no buscas el resultado, sino la diversión», explica.
Sin ir más lejos, este fin de semana se marcha a Mérida parta participar en la Copa de España de media maratón y entrena día a día para mantenerse en la mejor forma posible. «Todos los días voy a entrenar a las ocho de la mañana con Manuel Garrido, que está preparando el Campeonato de España para ver si se clasifica para el de Europa. Entré en esa dinámica y me siento cómodo y mi familia me respalda. Estoy haciendo algo que me gusta y lo disfruto. Qué más se puede pedir», asegura y añade que «creo que estoy entrenando más ahora que cuando tenía 20 años».
Kayak Tudense, el club de sus amores
Enrique Míguez siempre ha sido fiel al Kayak Tudense y ha puesto a su servicio toda su calidad y sabiduría para convertirlo en lo que es hoy en día, un referente dentro del piragüismo nacional e incluso internacional. «Salvo un año que estuve en Murcia por trabajo, durante toda mi vida estuve en el Kayak Tudense. Incluso rechacé mucho dinero de otros clubes por seguir con estos colores», asegura. Cree que el nivel actual del club es espléndido: «El Kayak Tudense está en la gloria. Podría competir en unos Juegos Olímpicos como país, seguro que sacaría mejores resultados que muchos países. Ojalá que en los próximos Juegos haya como mínimo dos o tres piragüistas del club».
Agradecimiento eterno a David Cal
Como hemos dicho antes, su más digno heredero es David Cal. El cangués recogió su legado y lo elevó a cotas inimaginables con sus cinco medallas olímpicas. Míguez valora todo lo que ha hecho por el piragüismo Cal y entiende y respeta su decisión de retirarse, aunque admite que el piragüismo gallego se queda «un poco huérfano» sin él. Solo tiene palabras de agradecimiento hacia su ‘heredero’. «La alta competición no es fácil. Tienes que estar demostrando en todo momento que eres el mejor, tanto a ti como a todos tus rivales y hasta a tu sombra. Él tenía que ganar en todo y luchar contra todos. Siempre ha demostrado que cuando tenía que cumplir, lo hacía. No sé que le ha pasado por la cabeza, pero yo le doy cinco gracias y cinco olés por las medallas que ha conseguido».