La canguesa Teresa Portela logró lo que parecía imposible. A sus 39 años y en sus sextos Juegos Olímpicos, la palista gallega consiguió el merecido premio a toda una carrera profesional. Su medalla de plata en el K1 200 en Tokio la convierte en una deportista de leyenda en unas de las especialidades más exigentes y que más éxitos ha dado a Galicia y España.
Con quince medallas en Mundiales y 17 en Europeos, Portela redondeó su espectacular carrera con la gloria olímpica tras haber sido cuarta en Londres 2012, quinta en Atenas 2004 y en Pekín 2008 y sexta en Río 2016.
No lo tuvo fácil la de Cangas. Tras una clasificatoria el domingo inmaculada, las semifinales fueron una piedra de fuego para ella. Tras pasar por unas décimas y tener que remar en el extremo del campo de regatas, Teresa Portela salió como un tiro en la final y tan solo la imbatible neozelandesa Linda Carrington pudo ser más rápida.
Ya en tierra, con su segundo puesto en el bolsillo, la palista gallega rompió a llorar recordando las palabras de su hija. «Mami, gana». Las palabras de ánimo de su hija la llevaron en volandas en una final memorable.