Si en cualquier deporte es complicado estar disponibles durante todos los partidos, en el rugby, donde el contacto es continuo y los jugadores pueden sufrir cualquier golpe, completar la totalidad de la temporada sobre el campo constituye una hazaña. Para Javi Abadía también fue un reto personal porque «el año pasado jugué el 97% de los minutos posibles y este año llegué al 100%. En la temporada anterior me cambiaron en dos partidos al final y esta campaña tocaba jugar todo».
Para hacerlo, el jugador aragonés de la escuadra viguesa reconoce que «golpes siempre los tienes. Está el fisio para recuperar y también el preparador físico para estar en forma. Hay que cuidarse y cuando duele aguantar un poco. Apretar los dientes y para adelante». De hecho, el rugbier reconoce que «siempre me pongo objetivos y jugar todo lo era este año». Además, para añadir mérito a la hazaña, no contaba con la complicidad del técnico Norm Maxwell porque «no lo sabía, era un tema mío. Para lograrlo tienes que cuidarte, ir al gimnasio y hacer una buena recuperación después de cada partido. Yo entreno los cinco días de la semana».
En todo su grupo de División de Honor B de rugby sólo dos jugadores más disputaron todos los minutos de la campaña. Fueron Joseba Galarraga y Phil Huxford, ambos del Zarautz, el campeón. Por este motivo, Abadía explica que «hay compañeros que se dieron cuenta y otros que no. Algunos me preguntan ¿cómo puedes jugar todos los minutos? Aguantando, apretando los dientes y para adelante».
Multiusos con amor por el barro
Javier Abadía disputó la mayor parte de los partidos como centro en la línea de tres cuartos. Las necesidades del equipo lo obligaron aunque su posición natural es la de tercera línea. «No es la posición habitual. Al principio me costó un poco más, pero como dice Norm soy un jugador polivalente y juego donde me digan. De tercera, de centro o de zaguero, donde me digan. Los complicado es cambiar el chip porque atrás tienes más organización, más orden y de tercera tienes que ir más a tu rollo, con más choque. De centro es más compleja la demarcación».
De hecho, Abadía reconoce de forma clara y con una sonrisa que «a mi me gusta el barro, el barro. Estar en todos lados y jugar ahí de tercera. Si las necesidades son jugar de centro, para adelante». Es un jugador fuerte, pero no de excesivo tamaño para ser un delantero de rugby algo que compensa con trabajo y también con corazón porque «no soy grande, pero tampoco pequeño. Además dicen que si es muy grande, también cae mejor. Por lo tanto, si veo uno gigante, agacharse y mandarlo para abajo».
Un fichaje «peculiar» y el futuro
Javier Abadía explica que, junto a Maka Tatafu, fueron las dos únicas incorporaciones del equipo esta campaña. No obstante, su caso es peculiar porque «soy un fichaje raro porque llevo cinco años aquí. No sé, es curioso. No me considero foráneo porque llevo mucho tiempo». De hecho, Abadía llegó a Vigo con 19 años. Era suplente habitual en las primeras temporadas y se formó en la ciudad. Al igual que cuatro compañeros, inicia un viaje en Nueva Zelanda durante los próximos tres meses y explica sobre el próximo curso que «aún no sé nada. Habrá que hablar con el club y mi idea es volver, pero tenemos que hablarlo porque siempre hay cosas que se pueden torcer».
Y es que Abadía se muestra convencido que la actual plantilla de Blusens Vigo Rugby tiene mucho potencial porque «comenzamos con derrotas porque no dimos con la tecla. A mitad de campaña dimos con ella y terminamos de forma positiva. Somos amigos todos, jugadores de aquí y la relación es más estrecha. Lo mínimo es mantener el nivel y dar un paso adelante. Creo que podemos aspirar a subir porque tenemos equipo para hacerlo bien en la categoría».