Pese a las malas previsiones, el tiempo ofreció una tregua para las más de doscientas personas que se dieron cita en este punto de Samil para disfrutar de una mañana de domingo diferente en compañía de sus mascotas y también para los que se planteaban aumentar la familia adoptando a alguno del medio centenar de perros y gatos que mostraban los representantes de protectoras. Mientras, otros muchos aprovechaban para pasear con los animales en la playa, disfrutando del buen tiempo.
«Estoy contento porque ha venido mucha gente pero esperaba más. Repartimos unas 150 invitaciones a familias y ojalá que haya más adopciones», señalaba cerca del mediodía Diego Raúl Cordero, propietario de la clínica Amigos y promotor de la iniciativa.
Al menos dos perros adultos y otros dos cachorros y otros dos gatos encontraron una familia aunque eran muchas las personas que preguntaban por los diferentes animales que buscaban un nuevo hogar y que se intercambiaron números de teléfono por si se animaban a la adopción tras meditarlo en casa.
Como siempre, los cachorros fueron los más rápidos en encontrar una nueva familia, mientras que los demás esperaban con mas o menos paciencia por las caricias de los visitantes.
Un podenco, Bambina, se escondía con timidez tras una voluntaria de la asociación provincial mientras una mujer se planteaba si llevársela a casa. «Hace poco que tuvimos que sacrificar a nuestro perro y mi marido no quiere otro pero tanto yo como mis hijos estamos deseando llevarnos uno a casa», explica mientras intenta ganarse la confianza de Bambina con comida. La perra, de tres años, fue atropellada tras ser abandonada por, posiblemente, ser demasiado mayor para la caza, como le ocurren a muchos ejemplares de esta raza. Cuando fue recogida sufría facturas múltiples y pese a haber recuperado por completo la movilidad todavía son visibles a través de su pelaje algunas cicatrices.
Otros dos perros, mestizos de gran tamaño y descendientes de una Husky, esperaban pacientes a que un niño lograse convencer a su padre para llevárselos a casa.
La correa de ambos ejemplares, de apenas cinco meses, la sujetaba Santiago, uno de los muchos voluntarios que colaboran con las asociaciones acogiendo a los animales en sus casas mientras no encuentran un hogar.
«Ahora tengo siete perros y ni se cuántos gatos pero llegué a tener 17. Dan mucho trabajo pero es cuestión de querer y voluntad, no valen las excusas de que no hay dinero para darles de comer. Si quieres los tienes, pero también hay que tenerlos bien cuidados, no se cualquier manera».
Colabora con el Refugio Noé Redondela, que recoge animales y se ocupa de su alimentación y gastos veterinarios pero al no contar con un local depende de casas de acogida.
Diego, uno de sus voluntarios, señala que son más los que preguntan que los que se deciden a adoptar pero se muestra satisfecho de haber logrado familias para dos cachorros -«casi tres porque estamos pendientes de una familia que quiere llevarse al otro que queda»- y dos gatos. Uno de ellos, de ocho años, es la más veterana del refugio. «Nos alegramos pero la vamos a echar de menos», admitió.
La protectora Lena, por su parte, también acudió con veteranos como John, un perro de quince años que no renuncia a encontrar un nuevo hogar. «Si logramos una adopción nos damos por satisfechos pero son necesarias muchas más para estos animales, que dan mucho más de lo que reciben», remarcó una de las voluntarias de otra protectora, que recordó que también es posible colaborar apadrinando a los animales y que , durante todo el año, están
encantados de recibir a familias que estén dispuestas a dar una nueva oportunidad a los animales.
«Reconozco que me esperaba más pero hay que admitir que es un éxito, no es fácil conseguir una adoción y hoy conseguimos seis. De todos modos esperamos que esto solo sea un punto y seguido y que la gente se anime a adoptar, que los que vinieron difundan lo que hay y que llegue a más gente dispuesta a aumentar la familia», subrayó Diego tras haber finalizado el evento.