Quieren ser Patrimonio de la Humanidad y su belleza están fuera de toda duda, pero este miércoles, primer día del verano de 2017, “prefirieron” no comparecer en la gran velada organizada por el Concello de Vigo para promocionar la candidatura.
Y es que la bruma de junio deslució la puesta en escena. Media hora antes de que comenzase la retransmisión, el sol resistía con fuerza por encima de Cabo Home. Apenas unos minutos después comenzó a ocultarse y ya no apareció. Pero lejos de dejarse llevar por la decepción, las decenas de personas que acudieron a Samil, entre ellos el alcalde Abel Caballero y la gran mayoría de concejales, se prepararon para disfrutar del recital ofrecido por la Orquesta Sinfónica Vigo 430.
Los barcos tradicionales de la Asociación de Mariñeiros Artesanais de San Miguel de Bouzas fueron la primera sorpresa. La silueta de las dornas, racús, bucetas y gamelas lucieron en el horizonte instantes antes de que comenzasen a sonar el violín, el clarinete, el violoncello y el fagot.
“El 18 de marzo un barco permanece atracado en el puerto de Vigo. Un hombre contempla, como los hacemos hoy nosotros, la puesta de sol sobre las islas Cíes. Fascinado, escribió en su diario: “Riqueza de colores y puesta de sol en Vigo. Incomparable”. Ese hombre era Albert Einstein. Seguro que Einstein también quería que las Cíes fuesen Patrimonio de la Humanidad”.
Así comenzó la intervención del primero de los componentes de la orquesta viguesa. Fue un aria de Bozza que dejó en total silencio la playa. Solo el ruido de las olas del mar acompañaron la música interpretada por Jaime Irisarri, Isabel Figueroa, Gonzalo Lemos y Ana Shi Yu.
Además de la música de Bozza, sonó el preludio de la Suite nº1 de Bach, la sonata en Fa menor de Telemann y la Meditación de Thais de Massenet, todos ellos acompañados de citas de Julio César, Drake y Julio Verne. El Canon de Pachelbel, con los cuatro instrumentos sonando, cerró una noche mágica en la que las Cíes no quisieron ser las protagonistas.