Según informaban, uno de los canes se encontraba en el interior de una vivienda y el otro en un pequeño patio exterior, y ambos lugares estaban “llenos a rebosar” de heces. Además, indicó que al dueño no se le veía todos los días por el lugar y que eran los propios vecinos los que se encargaban de alimentar al perro del exterior, ya que al del interior no tenían acceso.
Al lugar se desplazó una patrulla que no pudo localizar a ninguna persona en el domicilio pero pudo confirmar que la situación descrita por el ciudadano era cierta, aunque los perros no tenían aspecto de pasar hambre.
Así pues, la Policía Local realizó las gestiones necesarias para contactar con el propietario del inmueble, que había fallecido hacía unos años, quedando todo en manos de su exesposa, a la que finalmente localizaron. Ésta informó de que la persona que residía allí era un ‘okupa’ al que ya habían denunciado en el juzgado.
Por todo esto, se decidió dar un margen de tiempo para tratar de localizar al inquilino. Así, los agentes acudieron nuevamente al lugar a las 09:00 horas del 1 de julio, sin poder localizarlo nuevamente. En esa fecha, según el cuerpo municipal, las condiciones de los animales eran “todavía peores” que las de la semana anterior, ya que el montón de excrementos había aumentado.
En vista de ello, se requirió al lacero municipal y tras retirar un panel de madera que tapaba un hueco existente en la reja del patio, los policías evacuaron al primer perro del exterior, dejando una nota en el lugar para que el dueño se pusiese en contacto con la patrulla.
Seguidamente, enviaron un informe al juzgado de guardia para, mediante un oficio, solicitar una orden de entrada en la vivienda y así rescatar al segundo de los animales. La tramitación se pudo gestionar con rapidez y el Juzgado de Instrucción número 2 de Vigo autorizó el acceso el 2 de julio. A las 12:20 horas de ese día se personaron en el lugar los agentes, el lacero municipal y una dotación de bomberos.
Tras realizar varias llamadas a la puerta de acceso, al ver que nadie abría, los bomberos procedieron a servirse de un mecanismo de apertura forzosa. Justo en ese momento abrió el inquilino, un hombre de 39 años natural de Portugal.
El individuo no se opuso a que los agentes inspeccionasen la vivienda en la búsqueda de cualquier otro animal, si bien es cierto que sólo se encontraba la perra ya vista anteriormente, una mestiza de color canela, que presentaba pérdida de pelo en el lomo y también en el cuello -probablemente por estar permanentemente sujeto con collar- debido al estado insalubre en el que vivía.