Las once banderas azules conseguidas este año y la declaración, por parte de la Unión Europea, de las aguas de la ría como “excelentes” no han evitado que Vigo se haya ‘ganado’ este 2022 una bandera negra. Ecologistas en Acción ha publicado este martes su informe anual sobre el estado de la costa en España y en él otorga uno de estos desfavorables distintivos al Concello. El otro –se conceden dos por provincia con litoral- ha ido a parar al Esteiro da Foz, Nigrán. Estas particulares enseñas se entregan para denunciar la contaminación costera y la mala gestión ambiental.
En el caso de Vigo, se ha dado la bandera negra por la “mala” y “poco respetuosa” gestión de sus playas. Sobre todo, por la limpieza mecanizada que se lleva a cabo a diario en verano “de forma exhaustiva” y “sin aplicar criterios geomorfológicos y ambientales de gestión”. Ecologistas en Acción denuncia que esta “mala práctica” del Ayuntamiento “no solo reduce la biodiversidad costera, también altera los perfiles de playa y provoca una pérdida de sedimentos”.
Esta operativa no es exclusiva de la ciudad olívica, ya que la mayoría de los municipios de las Rías Baixas realizan una limpieza del litoral similar. Con todo, se señala a Vigo porque “acumula más deficiencias en la gestión de los arenales como la degradación de la playa de A Calzoa”. Una playa situada en la desembocadura del río Lagares, con un alto valor natural, que al ser designada como espacio canino en verano está sufriendo, según este colectivo, un “grave deterioro ambiental”. Por ello, proponen retirar esta declaración e incluir este arenal y el de Foz en el ENIL O Vao-Baluarte.
“La compactación producida por el paso continuado de la maquinaria pesada favorece la entrada del oleaje, incrementando los procesos erosivos. Por otro lado, la limpieza mecanizada desestabiliza el pie de talud en zonas dunares, con la consecuente eliminación vegetal, facilitando la acción directa del viento en su proceso erosivo. Además, la retirada de plantones afecta negativamente las dunas embrionarias, ya que estabilizan de forma natural el sedimento. A todo esto, se une la retirada involuntaria de un gran volumen de arena retenida por las algas, que se produce al recoger éstas de forma mecánica”, explica la asociación ecologista.
La plataforma aconseja que las algas se retiren de forma manual y nunca con medios mecánicos, ya que “arrasan con toda la riqueza que conlleva”. Parte del problema, quizás, se encuentra en la mentalidad que asocia la presencia de algas con la suciedad. Un chip que los ecologistas piden cambiar. “Las algas son consideradas como sucias y molestas tras ser depositadas por las mareas periódicamente en las playas, pero son en realidad el hábitat y el alimento de gran número de especies de pequeño tamaño, cuya existencia depende totalmente de la llegada de los arribazones”, exponen.
Además, son la base de todo un sistema y una pirámide trófica que actúan como hábitat exclusivo y recurso alimenticio de numerosos invertebrados, tales como crustáceos, insectos y otros grupos que no suponen ningún riesgo para la salud humana y cuyo nicho se encuentra ligado de forma prácticamente exclusiva a estos acúmulos. La importancia de la presencia de estos organismos, no reside tan sólo en que por sí mismos acercan riqueza y diversidad biológica a las playas, sino que también suponen la fuente de alimento de distintas aves de enorme interés ecológico, algunas de ellas en riesgo de desaparición en Galicia como el Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus).
“El concepto de suciedad no puede asociarse a la presencia de los cúmulos de algas que cumplen un notable papel ecológico. Se trata de ver las playas como enclaves naturales que tienen su propia dinámica biológica y no como meras extensiones de arena casi estéril”, recalca Ecologistas en Acción, que en su día editó un manual para la limpieza ecológica de playas que compartió con todos los ayuntamientos de las Rías Baixas.
Esteiro da Foz
Por otro lado, Ecologistas en Acción concede una bandera negra al Esteiro da Foz, en Nigrán. Esta zona productora de moluscos y lugar de importancia comunitaria en el marco de la red Natura 2000 se encuentra “gravemente degradada” debido a la contaminación aportada principalmente por el río Miñor, con cargas fecales superiores a las normativas permitidas causadas por una estación depuradora “deficiente” y vertidos incontrolados a lo largo del río.
En el estuario de Ramallosa vierten tres cursos de agua: Miñor, Groba y Belesar. Desde el punto de vista de la contaminación por aguas fecales el estuario presenta una situación análoga “a un alcantarillado a cielo abierto con enormes deficiencias” en la red de saneamiento y múltiples entradas de aguas fecales no depuradas a lo largo de su extensión.
La mayor parte de contaminación por fecales las aporta el río Miñor, entre un 65%-77% de las bacterias fecales que llegan al estuario. Este río transcurre por Gondomar, donde se ubica una estación depuradora, la cual en su vertido presenta “niveles intolerables de bacterias fecales y estos niveles se incrementan en más de un 50%, aguas abajo del vertido de la estación depuradora, debido a los vertidos incontrolados sin depurar”. Dicha EDAR aporta cantidades importantes pero no es la principal fuente de contaminación por aguas fecales. El río Groba tiene aportaciones importantes pero puntuales y el río Belesar está aceptablemente limpio.
Por todo ello, los ecologistas piden mejorar el tratamiento de las aguas en la estación depuradora y erradicar los vertidos sin depurar en el río Miñor. Igualmente, emplazan a Augas de Galicia y a los ayuntamientos de Nigrán, Baiona y Gondomar a realizar un estudio para abordar el problema real y darle una solución.