Animémonos, osemos también, a recensar doce meses de cultura, de propuestas de ocio y arte, de entretenimiento. A veces señalaremos eventos con polémicas, otras daremos luz a proyectos invisibilizados por discurrir lejos de los márgenes de lo comercial. Otras señararemos el brillo de auténticas estrellas mediáticas. Siempre con una óptica: la calidad.
Este repaso nos ocupará varios artículos que se irán publicando a lo largo de estos días navideños. Comenzamos con medios de comunicación y series.
“La televisión es nutritiva” (Aviador Dro)
En televisión y medios de comunicación 2024 ha sido, desde luego, un año de convulsiones. Alguna artificial, otras preocupantes. La noticia luctuosa del año que nos deja ha sido sin duda una terrible y catastrófica DANA que ha dejado ruina y pérdidas (materiales y humanas) en muy pocos días. Y mentiras.
Más allá de la viralizada lucha política (donde asumir responsabilidades ya tal) en el ámbito de la información lo que ha destacado de un modo obsceno es el hecho de que las fake news hayan dominado la supuesta información. Desde el aparcamiento-tumba de Bonaire que finalmente resultó felizmente libre de víctimas, hasta supuestas y falsas aperturas de los telediarios de RTVE con un asunto de competencia sucia; sobre cualquier cosa se miente en beneficio de un relato interesado. Mal crédito les quedará a los programas que en el calor de los eventos optaron por tal recurso.
Mientras, en los medios generalistas ha irrumpido como un tsunami (de humor ganso) La revuelta.
Precedido de polémica política, el gol de las productoras dueñas del espacio capitaneado por el humorista David Broncano (El Terrat y Encofrados Encofrasa) ha sido llevar a prime time el producto con el que llevaban resistiendo en Movistar desde 2018, sin apenas introducir cambios. Sin, por tanto, moderar su espíritu joven, provocador, festivo y de pura comedia bandarra. Salvo por la censura con pitiditos en la edición del espacio, y por una paulatina querencia a convocar invitados más mainstream que los habituales en La resistencia, Broncano y cia. han apostado por sí mismos. Y la sorpresa es que, no es rebatible ya a estas alturas, han arrasado (en parte por atraer a la televisión tradicional a un espectador que se había perdido, el millennial y el zillenial). Obviamente la ya famosa berrea del ciervo se sitúa entre los grandes momentos televisivos, con el libro de Umbral o la borrachera “milenarista” de Fernando Arrabal.
Pero hay otra televisión, de pago, que es un desagüe constante e inabarcable de series: Fallout (basada en un video juego), El problema de los tres cuerpos, el retorno de True detective, las franquicias de Tolkien y de George R Martin… Hay para todos los gustos, aunque la sensación global es que la “edad dorada” de las series ha quedado muy atrás en el tiempo, que vivimos la “dad de la sobreproducción”. No obstante aún se puede rastrear personalidad y creatividad en las plataformas. En mi ranking personal destacan tres casos: Mi reno de peluche, de Richard Gadd (Netflix), Medina:El estafador de famosos de Jorge Ponce (Amazon Prime Video) y Such Brave Girls, de Kat Sadler (Filmin).
Mi reno de peluche nace como un relato autobiográfico de comedia para ir mutando en una pesadilla feroz y aterradora (eso sí, basada en hechos reales y narrados por quien los sufrió, en primera persona), recomendable por su capacidad de enganche que te va derivando, capítulo a capítulo, a zonas inesperadas e incluso turbadoras.
Medina: El estafador de famosos es una genialidad de Jorge Ponce, humorista que está escalando posiciones en el podio de la comedia contemporánea gracias a su aportación en La revuelta, con momentos tronchantes, y por descontado por esta serie. La búsqueda de Medina por parte de un obsesionado (y obsesivo) Ponce es el tronco de un documental/mockumentary (esto es, un falso documental) que juega constantemente al despiste con el espectador. El resultado es un thriller vibrante y descacharrante al tiempo, que se ríe (o rinde un homenaje, cada cual que haga su lectura) de ese subgénero el auge que es el true crime, a costa de un supuesto mangante de poca monta pero de gran persistencia, que consigue unos eurillos de mil y un famosos haciéndose pasar por un cámara de televisión en apuros económicos.
Such Brave Girls está escrita y protagonizada por la jovencísima Kat Sadler (veinte años apenas) heredando con esta mordaz comedia generacional la cercanía de Girls (en su reivindicación de una juventud femme empoderada pero descreída, hundida en el “no future” y a menudo no precisamente virtuosa) o el vitriolo de Fleabag (por usar la ficción como espejo más acusatorio que sanador… ni la propia Sadler interpretando a la protagonista se ha reservado un personaje impoluto). Comedia urbanita, contemporánea y descarnada cuya continuación esperamos con ganas.
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