William Levy, actor cubano famoso en España por haber protagonizado la teleserie Café con aroma de mujer, se convierte en el nuevo conde de Montecristo en esta modernización del personaje.
Alexandre Dumas está considerado como uno de los autores de aventuras más importantes de la historia y uno de los pilares clásicos del folletín, esas publicaciones periódicas muy típicas del siglo XIX y que prometían siempre emoción, tramas sencillas, personajes valerosos y terribles villanos que acababan por encontrar su merecido. En este grupo podemos incluir a Los tres mosqueteros, La reina Margot y, sobre todo, El conde de Montecristo, considerada por muchos como la mejor obra de Dumas y una de las mejores novelas de aventuras de todos los tiempos.
La trama es hartamente conocida: el joven marino Edmond Dantès regresa a su hogar en Marsella con la intención de disfrutar de la fortuna que ha amasado y contraer matrimonio con la hermosa Mercedes Herrera, su prometida. Sin embargo, este éxito despierta los celos de uno de sus compañeros de trabajo, Danglars, y del primo de Mercedes, Fernando Mondego. Entre ambos urden una falsa acusación contra Dantès, que resulta detenido bajo sospecha de ser espía bonapartista. En efecto, en la época en que transcurre la novela, Napoleón Bonaparte se encuentra encerrado en la isla de Elba y son muchos los franceses que traman una forma de llevarlo de nuevo al poder.
Sin embargo, nuestro protagonista no tenía relación alguna con estas conspiraciones y, tan solo por la envidia de quienes lo rodeaban, termina preso en el castillo de If. Su estancia allí es angustiosa, hasta que recibe la ayuda de un compañero de destino, el abate Faria, quien le revela el emplazamiento secreto de un enorme tesoro, que él mismo enterró en la isla de Montecristo, destino habitual de los contrabandistas por estar alejado de cualquier ruta.
Dantès, convencido de que ha sido víctima de un engaño por parte de aquellos que consideraba sus amigos, logra escapar de la prisión intercambiando su cuerpo por el del abate fallecido, obtiene el tesoro y vuelve a Marsella, donde averigua que los responsables de su encarcelamiento ahora son ricos e influyentes en la alta sociedad parisina. Decidido a vengarse, se presenta en París bajo la identidad del conde de Montecristo, cuya personalidad exótica y enorme fortuna encandila a todos. Con él viaja Haydée, hija del sultán Alí Pachá, a quien Fernando Mondego vendió como esclava después de haberse apropiado de toda la fortuna familiar. Juntos preparan una trampa con el fin de arruinar a sus enemigos y mostrar ante la opinión pública lo malvados que son. Con el transcurso de la novela, veremos, sin embargo, que esas intenciones acaban por hacer daño a personas buenas y que al final la venganza no es tan provechosa.
El conde de Montecristo es una de las novelas más famosas de la historia, ha tenido diversas continuaciones por parte de otros autores y ha sido adaptada al cine y a la televisión numerosas veces.
Este año se ha estrenado en Movistar+ la más reciente de ellas, que propone una actualización en el tiempo de toda la trama. Están Montecristo —interpretado por William Levy, el galán de Café con aroma de mujer—, Haydée —Esmeralda Pimentel—, Fernando Mondego —Roberto Enríquez— y Mercedes Herrera —Silvia Abascal—, pero toda la historia ha avanzado 180 años y se sitúa en el presente, cambiando las conspiraciones bonapartistas en Francia por la guerra de los negocios en el Caribe.
Edmundo Dantés es un joven cubano enamorado de la rica heredera española Mercedes Herrera, pero el padre de esta, el empresario Cristóbal Herrera —encarnado por el actor Juan Fernández— y el arribista Fernando Álvarez Mondego planean quitárselo de en medio para que no perjudique sus inversiones en la isla. Quince años después, el atractivo Alejandro Montecristo llega a Madrid a la cabeza de una de las startups más prometedoras del sector financiero, sin que sus enemigos lo reconozcan ni sepan la venganza que ha estado preparando largamente.
Hay historias que van más allá de cualquier época y lugar. En estos momentos de auge de las series a través de un sinfín de plataformas distintas, resulta maravilloso que viejos héroes como Montecristo hallen su propio camino para volver una y otra vez a las pantallas, igual si estas son enormes proyecciones de cine como la de un móvil, una tablet o una televisión. El caso es que sigamos disfrutando con sus aventuras.