Este último mes del año, una de las mayores plataformas audiovisuales del mundo ha estrenado el proyecto más reciente en torno al Cid, el legendario héroe que tantas versiones ha tenido ya. Pero ¿qué es lo que sabemos realmente acerca de este personaje, qué dice la Historia y qué ha ido apareciendo posteriormente?
Rodrigo Díaz, natural de Vivar, es una de las figuras históricas más transformada por autores posteriores a su vida, hasta el punto de convertirlo en personaje central de la Reconquista y símbolo de la defensa de España frente al dominio musulmán. Pero España no existía entonces y el concepto de Reconquista también es posterior, criticado por numerosos historiadores debido a la reescritura que supone de toda la Edad Media. Nunca hubo en la Península Ibérica un proceso organizado y paulatino de lucha contra el dominio musulmán, y la distinción de un tiempo histórico desde la batalla de Covadonga ⸺cuya existencia incluso niegan algunos historiadores⸺ y la caída de Granada ⸺que dejó todo el territorio en manos de los Reyes Católicos⸺ es absolutamente artificial.
Pero, al fin y al cabo, la historia se divide en períodos propuestos por aquellos que se dedican a estudiarla y tampoco hay unanimidad entre ellos. Unos ponen el final de la Edad Media en el descubrimiento de América, otros en la caída de Constantinopla y algunos, los que se dedican al estudio de Centroeuropa, hablan más bien de la batalla de Móhacs. Por eso la Edad Media resulta tan apasionante: por su complejidad, su variabilidad de unos territorios a otros y lo mucho que se jugaban en cada lance. Los reinos cambiaban sus fronteras y sus gobernantes con enorme facilidad, y aquellos que lucían la corona se traicionaban y se declaraban la guerra de un momento para el otro.
Sabemos que Ruy Díaz nació alrededor de 1050, parece ser que en el pequeño pueblecito de Vivar ⸺actualmente Vivar del Cid⸺, en Burgos. Su padre era Diego Flaínez, hijo ilegítimo de Flaín Muñoz, conde de León, y por esa mala herencia se vio obligado a servir como capitán de frontera entre los reinos de Castilla y Navarra. Es decir, se trataba de un miembro de la baja nobleza castellana que, sin embargo, bien podría haber reunidos vastas posesiones en la región de Vivar por derecho de conquista. Sí se tiene por cierto que la madre de Ruy ⸺cuyo nombre no es seguro, si María o Teresa⸺ provenía de Rodrigo Álvarez, del séquito del rey Fernando I de León.
Sabemos también que, alrededor de 1058, el muchacho entró a servir como paje del infante Sancho de León y así aprendió a manejar las armas, a leer y escribir. En 1060 fue armado caballero en la iglesia de Santiago de los Caballeros, en Zamora, con la infanta Urraca como su madrina de armas. Tres años después, siguió a su señor a la batalla de Graus, por la que el infante Sancho auxilió a Al–Muqtadir, rey de la taifa de Saraqusta ⸺actual Zaragoza⸺, frente al rey Ramiro I de Aragón, lo que supuso la derrota y muerte de este último. Ruy despuntó enseguida entre los hombres de León y se ganó la confianza de la Corona.
En 1065 falleció el rey Fernando I y sus dominios se repartieron entre sus hijos: Sancho fue nombrado rey de Castilla como Sancho II, Alfonso sería Alfonso VI de León, García accedió al trono de Galicia, Elvira heredó Toro y Urraca Zamora. Pero esto solo llevó a años de guerra entre los hermanos con la intención de reunificar el reino. Sancho se fue haciendo con el territorio de todos los demás excepto Urraca, que se atrincheró en Zamora, de forma que esta ciudad sufrió un asedio de más de siete meses. Bajo sus murallas cayó abatido el rey Sancho, por lo que la guerra llegó a su fin. Alfonso reunió otra vez los reinos de León, Galicia y Castilla, esta vez bajo su gobierno, y Urraca permaneció en Zamora, sirviendo a la vez como una de las consejeras más valiosas de su hermano. Ruy se convirtió en uno de los caballeros más apreciados por el nuevo rey, que depositaba en él toda su confianza, hasta el punto de concederle la mano de Jimena, hija del conde Diego Fernández y descendiente del propio Alfonso V de León. Con ella tuvo tres hijos: Diego, María y Cristina. Por aquel entonces ya se le conocía como «el Campeador», después de sobresalir en batalla.
La importancia de Ruy en la corte había llegado a tal nivel que, alrededor de 1079, el rey le encomendó que custodiara los impuestos que obtenía del rey taifa de Sevilla, pero en el transcurso de esa misión sufrió el ataque de García Ordóñez, conde de Nájera, que apoyaba los intereses del rey taifa de Granada. Esto sucedió en la batalla de Cabra, que se saldó con la victoria de Ruy y del rey de Sevilla, la captura de García Ordóñez y, parece ser, el disgusto del rey.
Pero Ruy cada vez era más popular y con frecuencia se excedía en sus actos. En 1080 se adentró con sus hombres en el reino taifa de Toledo y saqueó varias de sus poblaciones, lo que llevó a que el rey Alfonso le retirara su condición y ordenara su destierro. Solo con unos pocos de sus hombres, tuvo que abandonar el territorio de su señor y ofreció sus servicios a los condes de Barcelona, que lo rechazaron, por lo que terminó recalando en Zaragoza, a las órdenes del rey taifa Al–Muqtadir y posteriormente de su hijo, Al–Mutamán. Algunas fuentes sostienen que Jimena lo siguió al destierro y vivió con él en Zaragoza, y otras que estuvo recluida en el monasterio de San Pedro de Cardeña.
Durante ese tiempo, Ruy se destacó en las guerras de Zaragoza contra el reino taifa de Lérida ⸺entonces bajo el dominio del hermano de Al–Mutamán, Al–Mundir⸺ y contra el condado de Barcelona. Fue en esta época cuando se ganó el respeto de los musulmanes, que lo llamaron sīdī ⸺«señor», en árabe andalusí⸺, sobrenombre del que procede su versión romance: Cid.
Con el tiempo, Ruy consiguió recuperar el favor de Alfonso VI, en parte porque el rey necesitaba de sus mejores hombres para repeler el ataque de los almorávides, que llegaban desde el Sahara; y en parte para enfrentarse al rey taifa de Lérida, que pretendía apoderarse de Valencia ⸺entonces un protectorado de León⸺ con el apoyo de los condes de Barcelona. Al frente de las tropas leonesas, Ruy conquistó Valencia y después Sagunto alrededor de 1088 y a partir de entonces exigió a los monarcas locales ⸺como Al–Cádir, rey de la taifa de Valencia⸺ que se le entregaran a él en persona los tributos que antes rendían a Alfonso, por lo que en la práctica se proclamó señor de todo el Levante. El rey de Lérida y el conde de Barcelona volvieron a sufrir el acoso a sus fronteras, por lo que terminaron por aliarse con Alfonso y con navíos provenientes de Génova para combatir a Ruy, pero con poco éxito.
Por su parte, los almorávides, encabezados por el cadí Ibn Yahhaf, avanzaban desde el sur y pronto lograron deponer y ejecutar al rey taifa de Valencia, Al–Cádir. Ruy contestó con un salvaje asedio a Valencia, la conquista de la ciudad y la derrota de Ibn Yahhaf, al que ordenó quemar vivo. Entonces se proclamó «príncipe Rodrigo el Conquistador».
Con los años, Ruy logró el apoyo del conde de Barcelona en contra de los almorávides y casó a sus hijas con importantes personajes de la época: a Cristina con el infante Ramiro Sánchez de Pamplona, señor de Monzón; y a María con Ramón Berenguer III, conde de Barcelona e hijo de su antiguo enemigo.
Ruy murió en 1099 y su esposa quedó como señora de Valencia, con el apoyo militar de su yerno desde Barcelona. Pero el ataque almorávide resultó excesivo tres años después, por lo que la familia tuvo que abandonar la ciudad después de ordenar su saqueo e incendio. Los restos del Campeador descansaron en la catedral de Valencia, posteriormente en el monasterio de San Pedro de Cardeña y, desde 1921, junto a su esposa en la catedral de Burgos.
Alrededor de la figura del Cid han surgido numerosas leyendas a lo largo de los siglos, como la muerte del rey Sancho a manos de Vellido Dolfos, la supuesta relación incestuosa entre los infantes Alfonso y Urraca, la jura de Santa Gadea, la acusación al Cid de haberse apropiado de los impuestos que reclamaba al rey taifa de Sevilla, la afrenta de los infantes de Carrión a sus hijas o el hecho de haber ganado una batalla después de muerto. Nada de eso ocurrió en realidad, cuando lo que sí sabemos es que fue un mercenario, un soldado de frontera y un señor feudal que luchó duramente por instaurar su propio territorio y convertirlo en un reino hereditario. Sus lealtades cambiaron a gran velocidad y trató de imponer su señorío por la fuerza de las armas.
¿Qué Cid veremos en la serie de Amazon? ¿El que nos legan los libros de Historia o el que han perpetuado los cantares de gesta, que lo representan como una figura heroica y ejemplo de valores?
De un modo u otro, siempre es buena noticia que se estrene una serie como esta. Nos hemos habituado a que aparezcan de continuo novelas, películas y series de aventuras que utilizan a su antojo la historia de otros países, y de hecho nos sabemos de memoria los linajes y las batallas que protagonizaron personajes como el rey Arturo, pero de lo que ocurrió en la Península Ibérica sabemos muy poco en general.
Ojalá un estreno de este tipo sirva para debatir acerca de los conocimientos reales, con sosiego, opiniones expertas y análisis en profundidad. La Edad Media hispánica bien se lo merece.