Los SUV se han consolidado como el formato preferido del mercado español, tanto en su versión clásica como en la variante coupé. Modelos como el Mercedes GLC y su versión GLC Coupé, o el Audi Q8 e-tron y el Sportback, reflejan dos maneras de entender el confort y el diseño sobre una misma base técnica. Más allá del aspecto, las diferencias afectan a la conducción, el espacio interior, la autonomía y el precio final.
Estética deportiva o funcionalidad clásica
La línea de techo marca la diferencia más evidente. En los SUV tradicionales, se mantiene alta y horizontal, priorizando la habitabilidad. En los SUV coupé, desciende de forma progresiva hacia la parte trasera, generando un efecto visual más deportivo. Este planteamiento se encuentra en distintos modelos del mercado, desde opciones del segmento premium hasta alternativas más accesibles, como ocurre al comprar un Renault Arkana, que adopta este tipo de silueta.
En el caso del Mercedes GLC, el diseño clásico permite una mayor sensación de amplitud. Por su parte, el GLC Coupé sacrifica algo de altura en las plazas traseras y espacio de maletero a cambio de una silueta más estilizada.
Diferencias de espacio y maletero
Aunque ambos formatos están pensados para la conducción familiar, las cifras reflejan el enfoque más práctico del SUV convencional. Con los asientos traseros abatidos, el GLC alcanza 1.680 litros, mientras que el GLC Coupé se queda en 1.490 litros.
Esta lógica se repite en modelos como el Skoda Enyaq iV, que ofrece 585 litros en su versión estándar y 570 litros en la coupé. Las variaciones pueden parecer menores, pero marcan la diferencia en el uso diario para quien necesita espacio de carga o acomodo para pasajeros adultos en la segunda fila.
Experiencia al volante: confort frente a dinamismo
Uno de los puntos fuertes de los SUV coupé es su comportamiento más dinámico. El centro de gravedad más bajo y una suspensión con tarado más firme mejoran la respuesta en curva y la sensación de control. El GLC Coupé, por ejemplo, ha sido configurado para ofrecer un manejo más deportivo sin renunciar al confort.
Por su parte, el SUV clásico destaca en comodidad general, especialmente en trayectos largos o en carreteras en mal estado. Ambos modelos suelen compartir motorizaciones, aunque las versiones coupé tienden a afinar más el rendimiento.
¿Y en versiones eléctricas? Mejor aerodinámica, más autonomía
En el terreno de los SUV eléctricos o híbridos, la diferencia de diseño incide directamente en la aerodinámica. Un buen ejemplo es el Audi Q8 e-tron, que en su versión Sportback mejora el coeficiente aerodinámico y alcanza hasta 595 km de autonomía, frente a los 576 km del modelo convencional.
El diseño más fluido del coupé reduce la resistencia al aire, lo que repercute en un ligero ahorro energético, especialmente útil en carretera. Es un argumento que gana peso a medida que crece la oferta de SUV eléctricos en el mercado.
Cuestión de precio: más estilo, mayor coste
La versión coupé suele posicionarse un escalón por encima en precio. En el caso del Audi Q8, el modelo Sportback arranca en 89.810 euros, mientras que el SUV estándar parte desde 87.310. Una diferencia similar se observa en los Volkswagen ID.4 e ID.5, o en los BMW X6 y Serie 4.
A cambio, el cliente recibe un diseño más exclusivo y, en muchos casos, un equipamiento más completo de serie. La percepción de valor se traslada al exterior, pero también al interior, con acabados y detalles que buscan subrayar el carácter más aspiracional del SUV coupé.
¿Cuál encaja mejor con tu día a día?
Si el uso principal del coche será familiar, con trayectos largos y necesidad frecuente de espacio, el SUV clásico es más racional. Si el conductor busca un vehículo llamativo, con una conducción más directa y un toque premium, el coupé puede ser la elección más estimulante.
En cualquier caso, la decisión no se reduce a estética o diseño. Las diferencias están en el equipamiento, el confort en marcha, la capacidad real de carga y la orientación del vehículo. Dos formas distintas de entender el SUV, cada una con su público.