Sin historia no hay futuro, sin historia no hay identidad. Una frase muy repetida, incluso se pondría pensar que manida, pero la realidad es que la historia de un pueblo, de un colectivo, de una sociedad no estará bien anclada en el futuro si esta no bien enraizada.
La ciudad de Vigo ha crecido a empujones, que sí las conserveras, que sí la emigración, que sí la pesca de ultramar, que sí el sector naval, que sí el sector de la automoción, que sí el tráfico marítimo, que sí…, con mayor o menor acierto, sigue siendo uno de los polos económicos del PIB de Galicia. Ciudad ahora tocada en la flotación por la actual crisis, pero seguro que se volverá a recuperar ante la adversidad.
Entre empujones y revolcones, ahora sale a la palestra el destino del pequero «Bernardo Alfageme», el único referente gallego de la pesca de altura de los años cuarenta. Construido en el astillero Hijos de J. Barreras en 1944, y que desde el 2000, cuando fue entregado por la empresa armadora, ha estado deambulando durante trece años entre las gradas del astillero Cardama y la dársena del puerto en Bouzas.
El pasado año, el alcalde de Vigo anunció que el «Bernardo Alfageme» ya tenía destino definitivo: la rotonda de de la Avenida de Castelao. Han pasado los meses, y está claro que el regidor vigués mantiene la misma ubicación. Una operación que le supondrá a las arcas municipales un gasto superior a los 300.000 euros.
En tierra bien, pero como museo. Es lo que se suele hacer en muchos países europeos al norte de los Pirineos, incluso en las antípodas, salvaguardar la historia gracias al vínculo que se logra entre un hecho, una cosa o una persona, y la identidad de una sociedad.
Casos hay muchos, como ejemplo, el más cercano a Vigo podría ser la reproducción de la Carabela La Pinta en Baiona. O en un lugar mucho más lejano, en el Museo Marítimo de Malaca hay una reproducción de la nave «Frol de la Mar» con la que el navegante orensano, escapado a Portugal, João da Novoa fue el primer europeo que avistó la isla de Ascensión en 1051. Pasando la frontera lusa tenemos el buque hospital «Gil Eannes» en Viana do Castelo (foto de la izquierda). Y unos cientos de kilómetros más al norte, el súper veloz clipper «Cutty Sark» en Greenwich (Londres); además por el Támesis hay otros cuantos más de la Segunda Guerra Mundial. Incluso en muchos casos la recuperación de estos buques se ha realizado por suscripción pública.
Bajo el principio: sin historia no hay identidad; ¿Por qué no darle más recorrido a la vida del «Bernardo Alfageme»? Colocarlo en medio de una plazoleta es enviarlo al ostracismo. Ponerlo en un lugar accesible permitiría la visita a millares de personas para conocer esta importante parte de la historia de Vigo.
Alguien dirá que «es que en el interior no hay nada, tan solo es recuperable la sala de maquinas y el motor». Al parecer el resto ha desaparecido. Pues lo que falta se puede reconstruir, y así los jóvenes de Vigo, y los no tan jóvenes, podrán conocer de primera mano de dónde vienen y hacia dónde van.
En el puerto de Burela existe el Barco – Museo Bonitero «Reina del Carmen», con casco de madera, que fue comprado por el Concello de Burela (Lugo) en el 2000. Se puede visitar todos los días, la entrada general cuesta 2 euros.
Importante, el crear un museo del pesquero «Bernardo Alfageme» también genera ingresos. Sobre estas líneas, el «Reina del Carmen», en Burela.