Los consumidores de los deportes náuticos del mañana serán mucho más digitales por cuestiones económicas, y fundamentalmente por la cultura de la inmediatez: “justo ahora”; algo difícil de superar si le apetece navegar en cinco minutos, a menos que su casa sea un barco.
Obviarán comprarse una embarcación náutica debido, entre otras muchas cosas, al coste económico y la disponibilidad de tiempo. En ese futuro, tenerla implicará impuestos “verdes”, además de los muchos que ya pagan ahora. Habrá más dificultad para tener un lugar donde guardarla, los puertos deportivos están llenos de embarcaciones que no se mueven y nuevos puertos deportivos tendrán la oposición social por su impacto medioambiental; no existe un proceso para la de-construcción del parque náutico actual, y lo que tardará. La escasez del petróleo penalizará la construcción de nuevas embarcaciones, todos los materiales: resinas, fibras, etc., se obtienen de recursos no renovables como son el propio petróleo o el gas natural, además se necesita consumir grandes cantidades de agua para el proceso de enfriamiento.
Aunque ya hay algunas fibras obtenidas del cuarzo o el yute, no es suficiente; y si tenemos un velero, más de lo mismo con el tejido de las velas.
La única puerta de salida a este caos será la realidad virtual (entorno de escenas u objetos de apariencia real), y la realidad aumentada (visión de un entorno físico del mundo real, a través de un dispositivo tecnológico). Cada vez los deportes náuticos cuentan con más soporte de información digital, para que el espectador pueda percibir en pantalla los valores de esfuerzo, o satisfacción, de aquel que lo está practicando. Eventos como las vueltas al mundo, o la Copa América, ofrecen la misma regata en plataformas digitales como Virtual Skipper (Copa América) o Virtual Regatta (Vendée Globe); en la industria del vídeo juego ya existen trajes especiales que simulan impactos sobre el jugador.
Hoy en día, para el diseño de cualquier embarcación de competición se precisan los mejores programas informáticos, que leen infinidad de datos en código binario que elaboraran la embarcación ideal. En paralelo, a bordo los equipos electrónicos de ayuda a la navegación son parte del equipo que leen código binario; ya es posible ver en los cristales de las gafas de sol datos sobre las prestaciones que está logrando el regatista con su embarcación. Los veleros han dado un salto espectacular con la utilización de los “foils”, velocidad en esta puro. Solo falta digitalizar al regatista, patrón o al mismísimo capitán Jack Sparrow, para que el usuario pueda sentir la práctica de su deporte favorito sentado en su sillón favorito.
Sí será posible, según la Ley de Moore (1965) los ordenadores duplicarían su velocidad cada dos años. Hoy los ordenadores superan la predicción, en poco tiempo habrá mundiales de vela virtual.