¿Como un salmón río abajo? Bueno, cierto es que los salmones remontan la corriente río arriba, pero los humanos por ahora nos tenemos que conformar con aprovechar la gravedad e ir a favor de la corriente. Y como nos va la marcha, ahora se puede practicar el «hydrospeeding (en Europa) o riverboarding (en Nueva Zelanda)», la cuestión es lanzarse a toda pastilla en busca de la máxima velocidad entre rocas, desniveles, con nieve, sin nieve, por canales ocultos,…; no me extrañaría que alguno se colase por un acueducto y acabase empotrado contra el molino de agua.
Según dicen, la idea nació en los años 70 en Francia, con la práctica del rafting, se empezó utilizando los típicos chalecos salvavidas rellenos de espuma hasta que alguien decidió que había que darle un poco más de hidrodinámica al utilizar el típico torpedo plástico de submarinista pero modificado sobre una tabla corta de surf. El adrenalínico deportista se coloca sobre esta tabla que tiene protecciones laterales y se lanza río abajo.
Al parecer, en los 80 se produjo la máxima evolución de la tabla de hydrospeed, por un lado el californiano Robert Carlson, y en las antípodas el neozelandés Ged Hay. Y los europeos la construyen utilizando planchas de espuma de diferentes densidades para ajustarlas a su cuerpo. Vamos, que cualquiera se la puede fabricar sin ser un gran virtuoso del bricolaje.
Riverboarding estilo libre. O como hacer el cabra río abajo, ya de por sí la práctica del hydrospeed es extrema, siempre hay alguien que quiere un poco más de adrenalina al cuerpo. Además de ser un gran experto en la práctica del hydrospeeding, hay que estar cachas para hacer cabriolas en aguas bravas, dando volteretas, saltando sobre otro colega.
Pero también se puede dar otra vuelta más de tuerca si uno se va a un glaciar y se lanza entre riachuelos excavados por el agua, partiendo entre las nieves más puras hacia los valles. Ahí se puede lograr máxima velocidad, algunos le llaman esquí-acuático.
En el glaciar suizo de Aletsch, el fotógrafo David Carlier se subió a la montaña para inmortalizar el descenso de Claude-Alain Gailland y Gilles Janin, expertos montañeros, descendiendo durante 8 kilómetros por el glaciar. «Esto es una actividad muy peligrosa, por dos razones. Primero tiene que comprobar que no hay grandes grietas en todo el tramo del rio que van a descender por el glaciar, localizar zonas donde poder pararse, salidas de escape por seguridad. Y el segundo peligro son los lagos glaciares situados más arriba, donde de repente su agua podría ser liberada por deshielo, situación que vivimos de repente cuando unos cientos metros cúbicos de agua helada se lanzó río abajo a toda velocidad», comentó Carlier.
Muy pocos deportistas en el mundo pueden realizar este tipo de descensos por un glaciar, la mayoría no se atrevería porque requiere de una gran cantidad de conocimientos y experiencia.
Otra gran aventura es la de Marin Medak, que en 2012 intento recorrer 140 kilómetros del rio esloveno Soca sin parar pero después de 16 horas de descenso tuvo que abandonar por que se le rompió el traje seco.
¿Qué me compro para hacer hydrospeeding? Evidentemente, además de lo comentado anteriormente, y si has desistido de hacer bricolaje, una tabla que puedes comprar a partir de los 300 euros. Y después los tipos accesorios o lo más frikis; la cámara de vídeo, de paso el GPS, los walkman acuáticos, el súper reloj anti-choques, el peluche de la surte,…..
Bueno, y ante todo un poco de cordura para disfrutar de la máxima adrenalina.