La fuerza de las piernas. La bicicleta es un artilugio muy utilizado en nuestra sociedad, por cuestiones de transporte, para el ocio o la competición. Y la fuerza que se transmite con el mecanismo de una bicicleta se puede utilizar para otros menesteres.
Un ciclista puede generar una energía potencial supeior a los 5.000 julios. Lo que nos puede servir para infinidad de cosas, entre ellas el poder hacer la colada de la ropa en 15 minutos, como así ha demostrado el estadounidense Dave Askins con su bici-lavadora. ¡Ojo, que no te pillen despistado por casa!
Hace muchos años, a bordo de los veleros 12 M de la Copa del América, los winches se cazaban utilizando las piernas de buenos ciclistas, en vez de utilizar los actuales pedestales. Y en vela, en regatas como la Ruta del Ron, Franck Cammas fue el primero en instalar una bicicleta para mover el winch principal de su maxi trimarán Groupama 3. También en una cárcel sudamericana se utilizan reos-ciclistas para cargar baterías del alumbrado. Así que no solo se trata de emular al ganador del Tour de France, también se le puede sacar partido en cuestiones más terrenales.
Para qué remar, mejor pedalear. Y para practicar el ocio de la navegación con una canoa, o en un kayak, también se puede obviar el uso de los remos y utilizar las piernas. Algo que se puede hacer con el artilugio Propel Drive System.
El Propel se instala en una canoa que tenga una abertura en el casco, o en su defecto hacerle una. Se sujeta en un travesaño, a los costados de la embarcación, y después se desliza por esta abertura para que la hélice quede bajo el agua. La potencia del Propel Pedal Drive es de 1:10, lo cual quiere decir que cada vuelta de pedal son diez en el agua. Además funciona en los dos sentidos, adelante y hacia atrás.
Por lo que he podido averiguar, el Propel Pedal Drive solo cuesta unos 750 euros, pero para asegurar más la información su dsitribuidor en España es la empresa Kayanga, ver en la web los modelos de kayak con el sistema incluido.
Ya no hace falta remar para ir a pescar o navegar tranquilamente. Dejaremos de oír aquello de: ¡remar, remar malditos!