Ambos pasan de la edad sub-19 y sus caminos se separan. Ameneiro, poiense, fija su futuro en Baleares, donde se va a estudiar el Grado en Medicina en la Universitat de les Illes Balears (UIB). “Ahí buscaré algo”, sostiene respecto a su pasión por la vela, que no va a dejar. Mientras, Wizner, vigués, saltará al 49er, una clase olímpica. También necesitará compañero… e igualmente se verá compitiendo contra el campeón continental júnior, Conrad Könitzer, que también pasa a sénior y que ha fijado su futuro deportivo en el 49er.
¿Y qué viene después de ambos regatistas gallegos? “A Jacobo García y Toni Ripoll les queda un año en la categoría”, recuerda Bruno Gago, director técnico de la Real Federación Gallega de Vela. Arousano y coruñés llevan tres títulos en cuatro citas internacionales.
“Martín y Pedro han logrado siete medallas en ocho eventos internacionales; el único en el que no han sido podio fue el Mundial juvenil de Polonia este verano”, recuerda Gago, que cree que en el éxito de ambos tiene parte de culpa el programa de tecnificación en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva de Pontevedra. “Con ellos lo abrimos en el curso 2017 y es un proyecto muy ambicioso para lo que veníamos trabajando”.
El técnico arousano explica que con Wizner y Ameneiro “aumentamos la profesionalidad y la cantidad de entrenamientos, aunque no imaginábamos esto”. Y ‘esto’ son siete medallas, tres de oro (Fremantle 2018, Sesimbra 2018 y Vilamoura 2019), una de plata (Atenas 2017) y tres de bronce (Lago di Garda 2017, Newport 2018 y Vilagarcía 2019). Se han subido al cajón en todos los Europeos y Mundiales organizados por la clase internacional. Salvo la cita juvenil de Gdynia, que reunía a varias clases.
Gago no oculta su satisfacción porque el Europeo de Vilagarcía “es un broche final a lo que podemos llamar el inicio de esta forma de trabajo; a partir de ahora habrá más plazas para afianzar este método”.
Bruno Gago, y el seleccionador gallego de 420, el buenense Andrés Álvarez, han sido los últimos en trabajar con los dos regatistas que han dominado el panorama mundial de esta clase preolímpica, pero a lo largo de los años otros entrenadores han influido en ambos. Alberto García, primer director técnico de la Gallega cuando fue operativo el CGV en Vilagarcía en 2009, recuerda a Wizner y Ameneiro de la clase Optimist. “Para este éxito hay que entender que ha habido mucha gente involucrada a lo largo de muchos años”, sostiene. Y señala que Víctor Mariño, de historial excepcional, ya trabajó con Wizner cuando este tenía 8-9 años y que Luis Bugallo, otro regatista vigués de gran nivel, lo dirigió “cuando hizo el cambio de Optimist a 420”.
Para él, a Wizner -a Ameneiro lo conoce menos- “desde Optimist se le veía que tenía cabeza, que era organizado, muy metódico… y con 12 o 13 años te hacía preguntas que ningún otro regatista te formulaba”. Tenía algo.
García, vigués, ya apartado de direcciones técnicas pese a su fama de excelente entrenador olímpico (“me ha llamado el segundo equipo sueco hace una semana, pero esa etapa está cerrada”, manifiesta), da más valor aún a la trayectoria de Wizner, pues este, pese a que entrenaba duro, no brilló a nivel nacional e internacional en su etapa en Optimist (“un barco muy cruel porque no siempre ganan los mejores, el peso es muy importante”). Él mismo tuvo que tranquilizar al joven regatista diciéndole que “los resultados ya llegarán”. Y así ha sido. “Su capacidad para absorber la información y asimilarla, su humildad y ser muy organizado”, dice el entrenador vigués, han sido algunos de sus valores. “Y Ameneiro y él se han compenetrado de una manera increíble”. Porque en el 420, el equilibrio entre patrón y tripulante lo es todo.