Con solo catorce años ingresó en la Universidad de Glasgow, donde cursó estudios de filosofia, se graduó en 1740 y ejerció la docencia entre Edimburgo y Glasgow como profesor de lógica y filosofia moral.
En 1759 publico” Teoría de los sentimientos morales” en la que se describe la formación de los juicios morales dentro de un orden natural de ámbito social y sobre cuyos principios basaría su posterior teoria del liberalismo eocnomico.
Smith veía en el comportamiento humano la presencia de una dualidad entre razón e impulsos pasionales. La naturaleza humana, individualista y racional al mismo tiempo, empuja al hombre tanto al enfrentamiento como a la creación de instituciones destinadas a la consecución del bien común. Expuso además la creencia en una «mano invisible» armonizadora de los intereses individuales en el marco de la actividad colectiva.
En 1763 abandonó Glasgow y se traslada a Francia. En este periodo inició la redacción de su obra más importante, la Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones que publicó después de una estancia de tres años en Londres, en 1776.
Su principal aportación teórica es el análisis del mecanismo mediante el cual el libre juego de mercado (tanto a escala interna como en las relaciones comerciales con otros países) entre los diversos sectores de la economía genera el máximo beneficio económico del conjunto. Como consecuencia, se mostró siempre contrario a cualquier intervención o regulación de la actividad económica, reduciendo el papel del Estado al de garante de las reglas del juego.
Se opuso al mercantilismo al considerar la riqueza de una nación como la producción anual de bienes y servicios («las cosas necesarias y útiles para la vida»), en lugar de las reservas de metales preciosos, y a la escuela fisiócrata al descartar la tierra como el origen de toda riqueza y proponer en su lugar el factor trabajo. A este respecto, Smith incidió en la especialización como el determinante de la capacidad de una sociedad para aumentar su productividad, y en consecuencia, su crecimiento económico.
Estableció una teoría del valor de un bien que distinguía entre su valor de cambio (capacidad de ser intercambiado por otros bienes) y su valor de uso (utilidad que aporta). Con respecto al valor de cambio, su medida era el trabajo útil incorporado en su obtención; es decir, que una mercancía tiene un precio natural determinado por el coste de producción medido en trabajo, y un precio de mercado. En situación de libre competencia, este último convergería hacia el primero.
Adam Smith completó su análisis con una teoría sobre la distribución de la renta que distinguía entre tres categorías de rentas (salarios, beneficios del capitalista y rentas de la tierra), para sostener a continuación que los salarios eran fijados por las leyes de la oferta y la demanda, aunque reconoció la existencia de un valor mínimo de subsistencia por debajo del cual ya no podían descender. Smith planteaba que el poder del egoísmo del hombre hacia posible el bienestar social mediante la búsqueda individual del interés personal. Keyner afirma que el empleo de las personas es la base de la estabilidad de la economía porque se permite el ciclo de consumidor, productor.
Sea como sea, el empleo es fundamental, tanto en la sociedad del siglo XVII, XX o XXI, tiene el mismo fin, satisfacer las necesidades del hombre. Lo que cambia es el contexto. Es cierto, el egoísmo del hombre permite bienestar social, visto desde diferentes puntos de vista, si lo observamos por medio del ingenio del hombre para hacer la vida más fácil, lo observamos claramente en los avances tecnológicos, y este por estar bien logra adquirirlos; pero también vemos que el deseo de mayor bienestar lleva a una competencia del hombre con el hombre mediante el poder monetario y de conocimiento, cuando se tienen estos dos van a oprimir los que no lo tienen por x o y razón.
En la realidad que vivimos, donde la falta de ocupación laboral es tan amplia, que lo único que hace es que el hombre “olvide su bienestar individual” y busque sobrevivir con lo que está en el medio, es cierto, algunos tratan de luchar por tener una mejor situación, pero esto es una utopía en esta época, todavía no hemos tocado fondo, como para afirmar que estos proyectos presentan buenos augurios en un mediano plazo. Esto lleva directamente a que en el mercado no exista el dinero suficiente para adquirir los productos, reduciendo el consumo a lo básico, esto afecta las compañías porque no hay quien adquiera sus productos, afecta los precios del mismo y por consiguiente las oportunidades de empleo.