El PGOM de Vigo, y esto lo he sostenido hasta la saciedad, es el peor instrumento urbanístico que ha conocido la ciudad de Vigo, nacido ya cadáver por obra y gracia del actual alcalde de la ciudad.
No pretendo, de nuevo, exponer detalladamente las razones de tal afirmación por no aburrir pero, desde su aprobación, Vigo es una ciudad paralizada, y no por la crisis, que también, sino porque en aplicación de tal Plan es materialmente imposible construir obra de nueva planta alguna, al no existir suelo urbano apto para la edificación, el suelo pendiente de planeamiento tener tal cantidad de cargas que lo inutilizan para cualquier desarrollo posterior y la maquinaria municipal ir en dirección contraria a los intereses de cualquier pardillo que pretenda invertir en la ciudad (léase Karpin, el Corte Inglés, Ikea, Porto Cabral, etc.).
En esas condiciones, objetivamente hablando, la noticia, aunque a destiempo, no podría ser mejor para la ciudad, ya que obligaría a un nuevo replanteo sobre el particular, pero estamos hablando de Vigo (sitio distinto), lugar en el que a los vigueses la inactividad en el crecimiento y desarrollo de la ciudad les trae en general absolutamente sin cuidado (será políticamente incorrecto decirlo, pero es cierto), como han demostrado a lo largo de todos estos años en los que todo el sector de la construcción (un 15% de la carga laboral de Vigo) se ha ido al garete, sin perspectiva alguna de volver a recuperar el protagonismo que la ciudad le daba y nadie ha levantado la voz, ni por asomo (el movimiento se demuestra andando). Aquí lo que priva y se identifica como “progreso” es el cambio de aceras, los dinosaurios, los barcos en las rotondas y demás horteradas, algo que tiene muy claro su regidor, quien se alimenta y fomenta políticamente esa política pueblerina, a quien tampoco le importa demasiado el haber masacrado el futuro desarrollo de la ciudad.
Considerando que el rendimiento político de esa bobada propia de quien no se ha dado la menor vuelta por los alrededores de “vivimos en una cidade fermosa” le ha dado a Caballero, junto con el abandono del PP a la hora de nombrar candidato a la alcaldía, un resultado extraordinario, y que afrontar un Plan General suele traer enfrentamientos y requiere de mucha gestión y dialogo, algo absolutamente ajeno a los planteamientos del personaje, no resulta complicado vaticinar que Vigo pasará muchos años sin un Plan General acorde a las necesidades de la ciudad.
En general, los incumplimientos de la ley, cuando son claros y manifiestos no suelen generar demasiada controversia. Solo cuando se trata de interpretaciones sobre la normativa y su aplicación, generalmente en temas menores, pueden convivir las distintas interpretaciones, lo que ha ocurrido en el caso presente, pues el Tribunal Superior de Justicia de Galicia ha dicho que SÍ, y el Tribunal Supremo que NO, y se trata de un tema menor, al igual que ocurrió con Colina de Castrelos o muchos otros en la propia ciudad, aunque a la mayoría silenciosa le pueda parecer importante, porque sus consecuencias no cabe duda que lo son, aunque por supuesto, nada que ver con el urbanismo con mayúscula, con ese con el que hasta ahora los tribunales inexplicablemente han acabado diciendo que SÍ, aunque los atentados urbanísticos del Plan para con la ciudad fueran evidentes y de suma importancia.
Una vez más, y volvemos al principio, sostengo que lo de la “justicia” es grave en nuestro país. Soy licenciado de Derecho y sé por propia experiencia que los conocimientos que facilita la carrera en la materia que nos ocupan son absolutamente ridículos (materia de un trimestre en toda la carrera), que como no espabiles por tu cuenta nada sabrás sobre el particular, ya que han limitado el amplio campo del urbanismo a una materia auxiliar y variable, como es la legalidad urbanística, que una vez con el título en la mano y con ese bagaje, se llevan casos de verdadera enjundia con la mayor alegría y sin el menor sentido de profundidad en la materia, con lo que, salvo para honrosas excepciones, es muy probable que tanto los abogados de ambas parte como quien juzga, del asunto sepan muy, pero que muy poquito, y finalmente el resultado sea pintorescamente sorpresivo por calificarlo de alguna forma. En Vigo, lo de Colina de Castrelos (perfectamente legal) pero con problemas y Finca do Conde (absolutamente ilegal) y sin problemas, se llevan la palma.
No voy a entrar en esta sentencia, que mas parece una pelea de gallos togados, pero las consecuencias, de nuevo las pagará Vigo, una ciudad que, en esta materia, ha perdido todos los trenes, con un maquinista que ha tirado ya, desde hace años, la llave de contacto por la ventana, con el agravante de que tanto el autor del PGOM como la Xunta que lo fiscalizó, llevaban la misma camiseta.
Confieso que a estas alturas de la película, el único interés para los próximos días, es el de contemplar el tipo de pirueta que hará Caballero para sacarse culpas de encima, emplumarle a otro todo tipo de responsabilidades y ver como el ciudadano, extasiado ante cualquier tiranosaurio urbano al uso, le aplaude con las orejas.