No será porque no te lo advertimos, Alberto. En febrero del pasado año, este diario publicó un articulo desde esta misma tribuna, «Cuidate de los Idus de Marzo, Alberto», donde te avisamos del peligro de torear en la plaza monumental de Madrid.
Pues resulta que Alberto no debió de leer el artículo entonces y ha pasado lo que tenía que pasar. El domingo 23 el diestro de Os Peares sufrió una grave cornada cuando toreaba su tercer toro en la plaza madrileña.
En los dos primeros astados Alberto se empleó para hacer faena. No lo hizo mal con el capote, aseado con la muleta pero no acertó a la primera a la hora de matar. Pero aun así fue despedido en ambos con ovación de, al menos, la mitad de la plaza.
Quizá fueron estos aplausos lo que le hicieron confiarse en su tercer toro, un Miura con muy mala leche. Su apoderado le advirtió del peligro del toro pero el diestro gallego estaba crecido: «Ahora es la mía», pensó él.
El sexto astado de la tarde era un animal de cuatro años, con 520 kilos, negro zahino, astifino, con buen porte y con unos unos pitones que no presagiaban nada bueno. Alberto salió a comerse a aquel animal. Con el capote no estuvo mal pero el bicho ya le avisó en un par de ocasiones demostrando que iba muy en serio.
En los tercios de varas y banderillas los miembros de su cuadrilla se emplearon a fondo para desgastar al animal, pero el castigo no fue suficiente, porque aquel no era un toro cualquiera.
En el tercio de muerte, Alberto cogió la muleta con confianza y se fue a esperar al toro a los medios. En la primera serie de pases con la derecha el animal aceptó el engaño y el torero recibió la primera ovación seria de la tarde.
Fue en ese momento cuando Alberto creyó que la faena estaba hecha y se expuso más de la cuenta. Al comenzar la segunda tanda de pases con la izquierda el animal no fue a la muleta sino que fue directamente a por el torero.
El cuerno le entró en pleno muslo, con trayectoria de entrada y salida, pero la suerte fue que el asta no interesó la femoral. Eso salvó la vida del torero de Os Peares. El diestro estaba en el suelo y los miembro de su cuadrilla ya se dieron cuenta que era una cogida de gravedad. Lo cogieron y se lo llevaron a la enfermería de la plaza donde fue operado y con pronóstico reservado.
Para matar el toro salió al ruedo el otro diestro de la corrida, Pedro Sánchez, el chuleta de Tetuán. Este le propinó al toro una serie (breve) de pases con estilo demasiado tribunero para ganarse al respetable y se dispuso a matar. El torero de Tetuán se paró frente al animal, apunto con su espada al hoyo de las agujas y por allí entró el metal. El toro cayó redondo y (sorprendentemente) la plaza se puso en pie y la autoridad le concedió la dos orejas que le valieron para salir por la puerta grande.
Mientras, el torero de Os Peares estaba, sobre el hule, siendo operado por el cirujano de la plaza. La cogida deja al diestro tocado para el resto del año ya que tendrá que anular bastantes corridas de importancia. Alberto creyó que esa tarde sería la de su consagración en Madrid, pero triunfar en Las Ventas no es como salir a hombros en la plaza de Pontevedra. El coso de la capital está reservado para los grandes toreros.
¿Y ahora Alberto, qué? Pues qué quieres que te diga. A tu edad no tendrás muchas oportunidades como la tarde del día 23. Yo te diría que vayas pensando en aleccionar a un diestro más joven para que te sustituya en los próximos carteles.
Así que Alberto creo que harías bien en ir pensando en retirarte a tu cortijo y penar por la oportunidad fallida.