Una vez finalizado este año 2019 me gustaría recordar, una vez más, una injusticia que se ha llevado a cabo con la ciudad de Vigo y en la que la Xunta de Galicia, gobernada por el Partido Popular y con Alberto Núñez Feijóo a la cabeza, en mi opinión, ha tenido mucho que ver: la desaparición de la antigua Caja de Ahorros Municipal de Vigo.
La entidad bancaria constituía un pilar fundamental para la economía de la ciudad de Vigo, de su entorno y de todo el sur de Galicia. Sus gestores siempre realizaron una labor impecable, y ahora, con el análisis frío y reposado del paso de los años, se concluye que los claroscuros que salieron a la luz pública cuando procesaron a su cúpula son propios de cualquier empresa o entidad, con los riesgos lógicos inherentes al crecimiento y expansión.
La ciudad de Vigo sigue en deuda con Julio Gayoso y con su equipo, a los que la Xunta de Galicia, con total impunidad, ha presentado a la opinión pública como unos auténticos delincuentes. A lo largo de todo este tiempo me he preguntado —y creo que no soy el único en hacerlo—, ¿por qué el trato ha sido diferente con respecto a la cúpula de Caixa Galicia?, ¿por qué tanto interés en fusionar ambas Cajas cuando la del norte estaba notoriamente en bancarrota?, además de seguir preguntándome cuál ha sido el “agradecimiento” por el precio de ganga —más que amortizado— y por todo el trabajo sucio —quizá oculto en el anonimato de algún país extranjero como México…—, y ¿dónde están ahora todas aquellas personas, algunas de ellas de gran relevancia, que adulaban incluso públicamente a los dirigentes de la añorada Caja de Ahorros Municipal de Vigo luego transformada en “Caixanova”? Todos aquellos verdugos, a los que sería más acertado llamarles gánsteres, y los numerosos aduladores, principalmente quienes ocuparon cargos en el gobierno gallego de aquellos días, ¿duermen con la conciencia tranquila?