¿Tanto ha cambiado el deporte que en el plazo de cuatro días ahora se notifica la muerte de un proyecto sin recorrido y sin haber comprado siquiera la plaza? Esquela antes que partida de nacimiento. No, las reglas del juego no han variado, como tampoco los plazos administrativos. Varían las personas. Y se ve que no aprenden del pasado.
Inaugurado el verano de 1968, el pabellón central de As Travesas, municipal, cumplirá medio siglo de vida en poco más de doce meses con una consigna innegociable: dar cabida al deporte local. Nació para eso y de tales valores presume. Es, simplemente, una filosofía con la que no se comercia.
Desde el Mundial de patinaje artístico al Preolímpico de baloncesto femenino pasando por el Campeonato del Mundo universitario de taekwondo o las competiciones europeas de los clubes locales, la instalación ha absorbido tanta experiencia como disgustos, porque recientes son los batacazos del Gestibérica o el Celta Fútbol Sala.
Pero, sobre todo, el Central ha sido la casa de los clubes, una construcción orgullosa que ha mecido, honrado y mimado al mejor deporte vigués, que ha rugido con las victorias, llorado con las derrotas y ha sido templo de culto de inolvidables generaciones de deportistas. Y nunca ha dejado de puerta afuera al tejido deportivo.
El Academia Octavio, el Celta femenino (“las niñas”, como se las conocía antes), el Vigo Voleibol, el Gestibérica, el Cíes Vigo, el Celta de fútbol sala, el propio Amfiv en su versión europea. Rescaten cualquier nombre de entidad que ha arrastrado una legión de aficionados al coliseo local y la respuesta será siempre la misma: su casa, As Travesas.
Porque el Central jamás ha excluido a la elite… como tampoco se ha olvidado del resto. El Club Balonmano Sin Nombre (no ha existido a nivel federativo ni se ha registrado ante Administración alguna) ha intentado imponer una hoja de ruta que pasa por el uso de As Travesas casi a modo de inquilino único con mando en plaza. Y no solo chirría sino que va contra la legalidad. La normativa de usos de instalaciones deportivas otorga prioridades de forma diáfana, pero no exclusividades. Y tampoco una explotación comercial unidireccional de ese espacio.
As Travesas es el coliseo de Vigo y en su tarima flotante ha recogido tanta historia, y tan variada, que eso ha hecho del Central lo que es, una construcción con tanto de verdad como de leyenda. No, As Travesas no se vende. La catedral del deporte olívico ha metido a más de 6.000 espectadores con el Octavio o el Celta Citroën, ha visto a Drazen Petrovic cuando la Copa del Rey no era un interminable pliego de exigencias o se ha venido abajo con un mate estratosférico de David Russell. Por ella ha pasado todo el baloncesto que ha lucido el nombre del Celta, es decir, el equipo masculino en dos etapas, el femenino como sección (Celta Citroën) y como club (Celta Bosco), el Galeones Celta o el Celta de fútbol sala.
El Central se ha comportado siempre como un perfecto anfitrión, respetando historia, tradición, antigüedad y categoría. Bendita hemeroteca que no olvida.