Unos días antes de la Navidad de 2020 el Concello de Vigo aprobó la modificación puntual del Plan Especial de Reforma del Casco Vello para facilitar la recuperación de la antigua fábrica de pan, la Panificadora, que estuvo activa desde 1924 hasta 1980. Conviene recordar que la Panificadora es una compleja instalación fabril que fue propiedad de la Compañía Viguesa de Panificación, S.A., y que después de su cierre pasó a diversos propietarios, lo cual complica el desarrollo de cualquier proyecto.
La Panificadora es uno de los elementos más importantes de la arquitectura industrial viguesa. El proyecto tiene la autoría del ingeniero Otto Werner y del arquitecto Manuel Gómez Román, con la tecnología de panificación más avanzada de la época. La mayor parte de su superficie estaba dedicada a la fabricación de harinas y de piensos para animales, y, además, fabricaban todo tipo de pan.
Llaman poderosamente la atención los enormes silos, que fueron proyectados por el ingeniero Antonio Fernández, especialista en estructuras de hormigón quien, además, fue el responsable de su construcción. Los silos, de estructura exterior cilíndrica, albergan, a su vez, otros depósitos cilíndricos de menor diámetro en torno a un eje central imaginario, terminando en una especie de embudo por donde se vaciaba el contenido. Los silos resultarán, por lo tanto, muy difíciles de recuperar para otros usos diferentes al original.
De cualquier modo, no son nada despreciables las posibilidades de recuperación que ofrece todo el conjunto. Aunque esa recuperación, tantas veces solicitada durante años por diferentes colectivos ciudadanos y tan deseada por la ciudadanía, no acaba de convertirse en una realidad.
Ahora, con la aprobación de la modificación puntual que hemos mencionado al principio, parece que la anhelada recuperación comienza a ponerse en marcha. Sin embargo, y a pesar de la inestimable colaboración de la Zona Franca con el Concello de la ciudad —colaboración digna de resaltar muy positivamente—, el proyecto choca con algunos flecos sueltos de enorme importancia.
La primera realidad es que las instalaciones de la Panificadora no incluyen un único edificio, sino un conjunto de edificaciones e instalaciones delimitadas por tres calles: Rúa Falperra, Rúa de Cachamuiña y Rúa de Santiago, por lo tanto, el proyecto de recuperación no es algo localizado en una única zona y con sencilla realización.
Otra dificultad es el tema económico. El coste total de la indemnización puede superar los veintitrés millones de euros, que es la oferta que tuvo el mayor accionista en relación con la edificabilidad permitida en el último convenio urbanístico, firmado en 2003. Ahora las cosas parecen haber cambiado con la aprobación de esa modificación puntual, pero el montante de la indemnización seguramente no habrá variado, por lo menos a la baja de la cifra mencionada.
Otro de los flecos que complican este proyecto es el número de accionistas. El frente que tiene la Panificadora en la Rúa de Santiago, que incluye algunas pequeñas viviendas, del mismo modo que una parte del frente a la Rúa de Cachamuiña, es de varios propietarios con los que todavía no se ha hablado. Para ser más concretos, ni siquiera se ha vuelto a reunir la junta general de accionistas desde el año 1981. En todo ese tiempo transcurrido, que son varias décadas, el accionariado pudo haber variado mucho, sobre todo, teniendo en cuenta que, según nos informan, existen bienes que la Comisión Liquidadora dejó en su día en manos de los propios accionistas.
En conclusión, las intenciones con respecto a la recuperación de la Panificadora son muy buenas y la modificación puntual aprobada el día 22 de diciembre de 2020 es muy positiva, sin embargo, las cosas no son tan fáciles como parecen porque aún siguen existiendo esas dificultades reales que acabamos de comentar, sin olvidar, por supuesto, el escollo más importante, que nadie estará dispuesto a renunciar a sus propiedades ni al dinero que representan.