Si Vd, querido lector, circula (o pasea) por la avenida de Castrelos y va dirección a la planta de Citroën, tendrá que tomar la avenida Alcalde Portanet. Pero a los más jóvenes el nombre de ese alcalde les sonará poco o nada. Pues les vamos a aclarar quién fue ese señor. Se trata de Rafael Portanet Suárez (Cangas de Morrazo, 1908-Vigo, 1988), que fue alcalde vigués entre 1964 y 1970.
Rafael Portanet pertenecía a una familia de conserveros (suponemos que de origen catalán) que se habían establecido en Candás, Asturias. Los padres de Rafael parece que llegaron a nuestra tierra a comienzos del siglo XX para instalar una planta en Cangas de Morrazo.
Al joven Rafael pronto le gustó el color azul mahón de la Falange por lo que se afilió al partido joseantoniano. Se daba el caso que la familia Portanet tenía una relación muy cercana con la del Capitán General Camilo Alonso Vega («Camulo» para los amigos/enemigos), según cuenta vigoempresa.com. Concretando un poco más, la mujer del general pertenecía a los Rodriguez Bustelo, también industriales conserveros establecidos en la localidad asturiana de Luanco.
Pues bien, Alonso Vega fue nombrado en 1957 ministro de la Gobernación (hoy Ministerio del Interior) y al llegar al año 1964 decidió nombrar alcalde de nuestra ciudad a Rafael Portanet (en ese momento Jefe Local del Movimiento), sustituyendo a José Ramón Fontán.
Portanet Suárez fue un alcalde de perfil autoritario que tuvo en su gestión puntos positivos como fueron las mejoras en Castrelos (pazo incluido), O Castro y A Guía, además de ser el responsable de comenzar la obras del barrio de Coia, y del remozado estadio de Balaídos y de la construcción del Centro Deportivo de As Travesas (pero a costa de toda la zona de juegos y deportiva del Instituto Santa Irene).
Pero el alcalde Portanet Suárez tuvo también puntos muy negros en su gestión. En su mandato se demolieron alguna joyas arquitectónicas de nuestro patrimonio urbanístico por el mal entendido progreso. Si entra uno en detalles de los edificios derribados puede acabar profundamente deprimido.
Y hubo otra actuación absolutamente criticable del entonces alcalde, y fue la autoconcesión de una instalación de distribución de combustible en plena plaza de España viguesa. Los más viejos del lugar se acordarán de la gasolinera PS (Portanet Suárez) en la zona más céntrica de nuestra ciudad.
Pues esto de las cacicadas va «in crescendo», así una de las más delictivas fue la relativa a la compañía de Tranvías Eléctricos de Vigo, que daba servicio de transporte a la ciudad y a la comarca, ya que conectaba Vigo con Porriño, Gondomar y Baiona.
Esta empresa estuvo en funcionamiento hasta el día 31 de diciembre de 1968. Y es que el alcalde Portanet había establecido entonces un concurso para el servicio de transporte público en Vigo, que ganó de forma absolutamente ilegal la compañía asturiana Viguesa de Transportes, S.A.
La empresa de Tranvías acudió también al concurso ofreciendo autobuses eléctricos de dos pisos (tipo trolebús) que fueron comprados en Inglaterra, pero su oferta fue desestimada.
Resumiendo y para que se entienda fácil, en 1972 el Tribunal Supremo falló que hubo delito de cohecho en el citado concurso por parte del gobierno que presidía Rafael Portanet. Curiosamente meses antes la Audiencia Provincial de Pontevedra presidida por el magistrado Mariano Rajoy (padre del expresidente del gobierno) no vió ninguna iregularidad en el proceso. Realmente curioso.
Con el fallo del Supremo encontrando delito en el concurso éste tendría que haber sido inmediatamente anulado y repetido. Pero (curiosamente) esto no sucedió y la empresa Vitrasa se hizo con el servicio del transporte vigués. Tantas curiosidades en un mismo proceso llaman poderosamente la atención.
Para ponerle un broche final, se dio el caso de que a continuación el Ayuntamiento vigués se incautó de todos los bienes de la compañía tranviaria, incluidos documentos y la caja de caudales. Años más tarde el mismo Tribunal Supremo sentenció que aquello había sido una incautación de bienes absolutamente ilegal.
En el título de estas líneas además de Rafael Portanet figura el nombre de Félix Santamaría, pero ¿quién era este hombre? Pues nada más y nada menos que la persona que hizo posible que la empresa automovilística Citroën instalara una planta de producción en nuestra ciudad.
En 1956 la empresa francesa está en expansión. Sus fábricas francesas no pueden producir más y necesita salir al extranjero a montar nuevas plantas. España comenzaba a despegar lentamente después de su guerra civil y era un buen mercado para el automóvil. Pero había que elegir una ciudad.
El mercado económico español todavía tenía demasiadas barreras para la implantación de empresas extranjeras pero sin embargo había una posibilidad. Esa baza era que tres ciudades españolas, Barcelona, Cádiz y Vigo poseían Zona Franca, y por tanto disponían de un tratamiento fiscal totalmente distinto a las demás.
Barcelona ya tenia la SEAT, por lo que fue descartada; Cádiz disponía de peor comunicación marina con la Bretaña francesa, donde Citroën poseía fábrica de componentes del automóvil, por lo que Vigo fue la elegida. De todas formas la cosa no fue tan sencilla.
La Zona Franca de Vigo fue aprobada en 1947 y pasaron años sin que ninguna empresa se instalase en ella. Ricardo Torres Quiroga (su primer secretario) se enteró, años más tarde, de que el industrial vigués Félix Santamaría estaba realizando gestiones para que Vigo pudiera optar a ser la sede de la planta que Citroën iba a construir en España, aunque casi todas las opciones para conseguirla las tenía la ciudad de Pamplona. Félix Santamaría era en aquellos momentos vicepresidente de Industrias Patria de Vigo.
Se dio la casualidad que Félix Santamaría tuvo noticias de que el Barón de Roure, Director General de la marca francesa llegaría a Madrid en pocos días, por lo que decidió ir a recibirlo, «secuestrándolo amablemente».
El Barón era el factótum de Citröen en aquel momento y Félix se lo trajo a Vigo y le hizo ver las ventajas que poseía nuestra ciudad frente a la capital navarra, en cuanto a que disponía de un gran puerto con comunicación marítima con la Bretaña francesa y de sus exenciones fiscales.
Depués de este encuentro el Barón de Roure envió una carta a Félix Santamaría con fecha 17 de agosto de 1956, en la que decía lo siguiente: «Mi distinguido Sr. Santamaría: A mi regreso de París, me apresuro a ponerle estas letras para expresarle mi más sincero agradecimiento por todo lo que ha hecho por Citroën, habiendo Vd. conseguido interesar firmemente a todas las autoridades y fuerzas vivas de la ciudad en el asunto de la instalación de la fábrica en Zona Franca.
También le agradezco todas las atenciones y ayuda prestadas tanto al Sr. Carrión como a mí y particularmente al Sr. Guasch, que ha permanecido durante una semana estudiando los diversos aspectos del posible emplazamiento de la fábrica en Vigo.
En estos momentos estamos estudiando todos los detalles del problema y dentro de unos días, comunicando la fecha exacta tan pronto me sea posible, volveremos por esa ciudad para establecer un nuevo cambio de impresiones ya más concreto. Reciba mis más atentos y cordiales saludos. Firmado: E. du Roure«.
Parece que el Barón quedó convencido y después de más gestiones a alto nivel, Pamplona se quedó sin la planta de Citroën que acabó en Vigo. El 8 de julio de 1956 en el B.O.E. queda registrada la autorización para que la sociedad francesa Citroën instale su nueva planta en la Zona Franca viguesa.
Sobre Félix Santamaría Garcia de Larenas debemos decir que nació en 1914 en Chile, hijo del empresario gallego Jose Santamaría de Abalde y la chilena Berta García, que fallecieron en el naufragio del Príncipe de Asturias en las costas brasileñas el 5 de marzo de 1916. El Príncipe de Asturias era un transátlantico a vapor considerado en aquel momento el buque insignia de la Marina Mercante española. Con dos años su familia gallega se lo trajo a Vigo junto a sus dos hermanos y aquí encontró una nueva madre, una maestra nacional que le enseñó las primeras letras y lo crió.
Félix empezó a trabajar con 12 años, estudió radio en una universidad a distancia de Estados Unidos, además de química de forma autodidacta, fue investigador en materiales plásticos en Milán, inventó docenas de cosas como la batería de plástico de los automóviles, que más tarde vendió a la firma italiana Marelli, fue secretario del consulado español de Oporto por oposición, y rechazó todos los cargos públicos que le ofrecieron.
Al fin el 2 de julio de 1957 se constituye la sociedad Citröen Hispania S.A. mediante Orden de 20 de junio de 1956, dictada por el Ministerio de Industria por la que se autorizaba la fabricación del modelo 2CV en España.
Mientras no se dispone de la planta de la Zona Franca, comienza su actividad en unos antiguos almacenes de la Aduana en la calle Montero Rios, donde se empieza a ensamblar la furgoneta AZU, versión del 2CV, con un centenar de trabajadores.
Un mes después de la apertura 25 de estas furgonetas embarcan en el puerto de Vigo con destino a Casablanca en Marruecos. El 10 de abril de 1958 se ponía la primera piedra de la planta en la Zona Franca de Balaidos.
La nueva fábrica comenzaría a funcionar an agosto de 1959 con las naves A y B. La furgoneta AZU (2 CV) comenzaría a venderse entonces en España.
Esta es la historia, curiosa y apasionante, de D. Félix Santamaría García de Larenas, persona que contribuyó en gran manera a la riqueza de nuestra ciudad.
El que esto suscribe está convencido de que D. Félix Santamaría se merecería dar nombre a una gran avenida viguesa, y ¿qué mejor que la vía que pasa por delante de la planta industrial de Balaídos?
Por todo ello, una pregunta a nuesto alcalde Abel Caballero: ¿quién cree se merece más el nombre de la avenida, Rafael Portanet o D. Félix Santamaría?
Creo que la respuesta está clara.