Porque de todos es sabido, en Vigo y más allá, que de Caballero se saca el hierro para hacer los barcos -los aviones en este caso- y las declaraciones del político portugués reclamando la intervención de su Gobierno para acabar con la ruta que la aerolínea TAP operará para unir Vigo con la capital lusa, han encendido al alcalde, que las ha calificado de intolerables y ha hecho un llamamiento a las autoridades de la Unión Europea por considerarlas una intromisión a la libertad de mercado y la libre competencia.
A pesar de que esta sexta ruta internacional en Vigo es fruto de una libre decisión de la empresa y que se articula sin ayudas públicas del Concello, el alcalde de Oporto se lo ha tomado como un ataque directo contra el aeropuerto Sá Carneiro y su ciudad, y se ha puesto «gallito». Muy portugués por otra parte. Moreira no acepta lecciones de Caballero ni le asustan ahora las instituciones europeas, como no le inquietaron a la hora de consentir publicidad engañosa para atraer viajeros al aeropuerto portugués, en detrimento de Vigo. Solo habiendo tenido información privilegiada acerca del descubrimiento anunciado ayer de la detección directa de las ondas gravitacionales de Einstein, se puede anunciar el trayecto en autobús de nuestra ciudad al aeropuerto de Oporto en una hora.
El enfado de ambos regidores mantiene al rojo vivo una batalla dialéctica, que se lleva más lejos por el regidor de Oporto, que presiona sobre su ejecutivo, propietario del 50% de TAP, para evitar a toda costa que la ruta aérea se afiance en Vigo. Pero esta afrenta, aunque tramposa e injusta, está por debajo de la capacidad de un alcalde de Vigo que es el líder indiscutible de la ciudad más importante de Galicia, el alcalde más votado de España, Presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, dueño y señor de un Área Metropolitana arrebatada a la Xunta y, en palabras de Zapatero, el alcalde de alcaldes de España y el regidor de referencia en Europa. Pecho lobo.
No hay caldo donde no esté, está donde se le espera y donde no se le espera, va. La afabilidad que se gasta por las buenas, que incomoda a los que somos menos zalameros, se transforma en gesto de duelo al sol en «Ok Corral» cuando se le hace oposición, y sobre todo cuando atacan a Vigo, momento en que fulmina con la mirada lacerante a cualquier contrincante. Seguramente su homólogo en Oporto no conocerá bien la entrega de nuestro Halcón a la causa de esta ciudad, al menos no hasta qué punto. Por eso espero que se lo adviertan a la mayor brevedad posible para reconducir esta situación hacia la habitual buena relación que ha existido siempre entre Vigo y Oporto, entre Galicia y Portugal. La sensatez y el tiempo pondrá las cosas en su sitio, y los aviones en el aire. Por cierto, en los aviones el tiempo, se pasa volando.