La primera impresión, con independencia de los resultados, es la de que si algo ha de cambiar antes de nada en España, es el mundo de las encuestas. Esta impresentable chapucería que nos ha tenido en la luna a lo largo de estas últimas semanas, no es de recibo. Hace no menos de diez días, varias encuestas proclamadas a bombo y platillo en la mayor parte de los medios, daban en cabeza un cercano empate a tres entre PP, PSOE y Ciudadanos, con Podemos ya algo rezagado. Finalmente el Partido Popular, aun sufriendo un descalabro mayúsculo, triplica en escaños a Ciudadanos, quien queda por debajo, con importante diferencia, de Podemos, quien a su vez sigue estando lejos del PSOE, lo que, entre otras consideraciones, echa por tierra la muerte absoluta del bipartidismo que todos auguraban. ¿Y qué decir de la encuesta llevada a cabo a pie de urna, manejada por todos a lo largo de la primera hora de escrutinio?
Por otra parte, nuestra ley electoral, una vez más, ha venido a demostrar, no solo que los resultados en escaños muy poco tienen que ver con los votos emitidos, sino que sus resultados distan mucho de determinados principios constitucionales de igualdad, de derechos, representación, democracia, etc. Tanto es así que mientras a partidos como al PNV un escaño no le cuesta mucho mas allá de los 50.000 votos, al PP le cuesta algo mas de 55.000, a Ciudadanos unos 85.000 y a IU algo mas de 450.000 (2 diputados con cerca de un millón de votos en toda España). Un desastre democrático de primer orden, por mucho que intente justificarse en base a pretendidas gobernabilidades.
Como más o menos se esperaba, ningún partido, ni de lejos, ha obtenido mayoría absoluta en el Congreso, aunque sí en el Senado, donde el PP ha barrido, consecuencia de que el personal, de esto del Senado sigue sin enterarse lo más mínimo. En contra de lo esperado, no obstante, Ciudadanos parece pintar muy poco, de entrada, en la consecución por sí solo de gobierno alguno, ni a su derecha ni a su izquierda.
El partido ganador, y con diferencia, ha perdido, no obstante, la friolera de casi 4 millones de votos, bastante más que el segundo, con una perdida superior al millón y medio de votos, aun cuando entre ambos aun están por encima de la mitad de los votos emitidos, demostrando con ello que el bipartidismo en España está muy enfermo, pero todavía vivo, aun a pesar de todo lo que ha caído, de cómo se han comportado y de las muchas fechorías que cuelgan a sus espaldas.
Finalmente, y si agrupamos los resultados en derechas, izquierdas y nacionalistas, como siempre, los que se llevan el gato al agua pueden ser los nacionalistas, pues si PP-Ciudadanos disponen de 163 escaños, PSOE-Podemos-IU suman 161, necesitarían los primeros una ayudita de 13 votos, por 15 los segundos. Si pensamos que tanto PP como Ciudadanos son los enemigos naturales de los nacionalistas, las ayudas de estos solo pueden dirigirse a la coalición de izquierdas.
En ese orden de cosas, los nacionalistas, si prescindimos de los “componentes” de Podemos (por sí solos no tienen ni de lejos los 69 que se les adjudican) el resto, en Cataluña, Pais Vasco y Galicia, tienen un total de 26 escaños, con 17 en Cataluña, 8 en el País Vasco y 1 en Canarias.
Así las cosas, a la coalición de izquierdas, solo con los nacionalistas catalanes (los de Oriol Junqueras y los de Más), les llegaría para obtener la mayoría absoluta (178 de 176). Si a ellos le sumamos los nacionalistas vascos, la mayoría sería incluso holgada. ¿Qué pedirían los nacionalistas a cambio? Evidentemente algo que no le costaría demasiado conceder a la izquierda: la celebración de un referéndum sobre la autodeterminación, tanto en Cataluña como en el País Vasco.
¿Cuál sería el problema? El resultado obtenido por el PP, le permite, en el Congreso, impedir cualquier modificación de la Constitución, necesaria para celebrar el referéndum, pero es que además y debido a su mayoría absoluta en el Senado, les permite tumbar todos los proyectos de ley que le remita el Parlamento, con lo que cualquier alianza de la izquierda para ocupar la Moncloa, con los resultados obtenidos, les deja huérfanos de las modificaciones importantes que proponen.
¿Nos encontramos pues en un callejón sin salida? ¿Cuál sería la coalición que permitiría, en teoría, la gobernabilidad del país, al actuar con la absoluta?
Evidentemente la gran coalición, el bipartidismo aliado (PP-PSOE), una solución a la alemana que nadie entendería en España y que quizá no acabase durando mas de una semana.
Tenemos ya un nuevo Parlamento con diez partidos políticos (considerando a todos los coaligados con Podemos como uno solo), habiendo desparecido UPyD, Convergencia y Unió, BNG, etc. Se inicia ahora un periodo crucial de negociaciones en el que llegaremos a ver y escuchar las cosas mas increíbles, que posiblemente no cristalicen en nada, o al menos en nada estable ni gobernable, pues la derecha no dispone de mayoría absoluta por mas alianzas que pretenda, mientras que la izquierda sí puede lograrla, pero a costa de hacer un gobierno sin posibilidad de sacar nada adelante en caso de que el PP decida poner la proa a todas las acuerdos de calado que aquellos propongan.
Mientras tanto, ¿qué ocurrirá en Cataluña?. Tras estos resultados, ¿qué hará la CUP?. Me temo que una vez más, y van… el asunto pasa por seguir concediendo la luna a los independentistas a cambio de poltrona, hasta el total desenlace de sus aspiraciones. O eso o … nuevas elecciones.
De todas formas, el sainete no ha hecho mas que empezar.