Aznar pudo haber sido engullido por sus propios fantasmas ególatras, pero Séneca ya avanzaba hace años que “las personas inteligentes se recuperan pronto de un fracaso, pero los mediocres jamás lo hacen de un éxito.” Y Aznar ha sido víctima de lo último.
Precisamente Aznar, en el congreso de Sevilla de abril de 1990, fue el elegido por Fraga para llevar las riendas de la extinta Alianza popular hacia el nuevo y refundado Partido Popular, “sin tutelas y sin tutías”, que dijo en aquel congreso el León de Villalba. Por eso hoy, más que nunca, debería dedicarse a ser el famoso jarrón chino que decía Felipe González cuando le preguntaban sobre la labor de los ex presidentes.
Dicho lo cual, el PP no está herido de muerte. No. No hay terapia, máquina, bálsamo o medicina que pueda salvarlo. Está absolutamente muerto. Del todo. Querer seguir en la agonía del muerto no tiene sentido alguno. Por ello la persona que venga a tomar las riendas postmorten tiene tres puntos iniciales y esenciales:
- Vender Génova 13 a la voz de ya. Es un símbolo podrido que apesta a corrupción.
- Cambiar de siglas. Las del charrán están totalmente ligadas a la época más podrida liderada por Aznar.
- Limpieza de personas que en esa época han tenido mando o que se puedan ver salpicadas por cualquiera de los casos de corrupción que aún se están juzgando o que en breve serán sentenciados.
No queda otra. Si la persona que venga quiere seguir con los mismos, la misma sede y las mismas siglas, solamente enseñará a las gentes un cadáver, ni siquiera a un agonizante, no, un cadáver. Y es evidente que ningún votante sentirá la más mínima intención de votar a un cadáver.