Era una oportunidad única para disfrutar del encuentro y poder animar al equipo de nuestros queridos vecinos. El local al aire libre con pantallas en cada punto cardinal estaba hasta la bandera, las banderas rojiverdes y las bufandas se movían sin parar antes del partido.
Los «adeptos» locales estimaban al equipo francés pero confiaban en que Ronaldo y sus compañeros tenían también su oportunidad si no perdían la fe de los partidos anteriores del torneo.
Comienza el partido y el local se viene abajo cada vez que ataca Portugal. Pero a los pocos minutos CR7 después de sufrir una entrada de Payet se ve en el suelo y con cara de que su partido se había acabado. Cristiano es atendido en la banda y vuelve al campo pero su lesión es seria y abandona la cancha. La cara de los seguidores lusos es de preocupación, se va su estrella y el equipo lo puede notar.
Pero el equipo hace de necesidad virtud y sigue jugando con fe, con ganas y comprueba que el gallo francés es batíble.
En el descanso el ambiente sigue de lo más caldeado, van empatados y Portugal podía ganar «a taça».
En la segunda parte se suceden las ocasiones de gol, Francia tiene una muy clara pero Gignac manda el balón al poste de Rui Patricio. Para ganar hay que tener la suerte de cara, es la señal que la moneda puede caer del lado portugués.
El árbitro pita el final y el empate nos lleva a la prórroga, que va a ser de dominio rojiverde. El equipo de Fernando Santos a pesar del cansancio aprieta los dientes y va a morir matando. Esta oportunidad no se le va a escapar. A 8 minutos del final el moreno Eder coge el balón y se dirige hacia el centro en el exterior del área molestado por varios franceses, se busca un hueco y dispara buscando el poste de Lloris que se estira pero no llega. Llegaba el gol portugués y la gente se volvió loca, saltando, gritando y abrazándose viendo que la copa casi era suya.
En la banda Fernando Santos enloquecía dando instrucciones y a su lado Cristiano le empujaba mientras hacía de segundo entrenador. El árbitro pita el final y todo un país se tiraba a la calle para celebrarlo, los claxon soñando y la demencia asomaba por todas las esquinas. Así hasta altas horas de la madrugada.
Al día siguiente en la RTP se vio a su selección despidiéndose de los emigrantes en París, al avión tomando tierra en el Humberto Delgado y siendo recibidos en Belén por su presidente republicano.
Después llegó el autocar descapotable por la calles lisboetas.
Al fin Portugal sintió por unas horas que los problemas eran menos problemas y que ellos cuando tienen fe pueden hacer grandes cosas.
Parabens Portugal pola taça! Y es que, Campeoes, Campeoes…nos somos Campeoes!!!