El Servizo Galego de Saúde (Sergas) hizo pública este miércoles una carta de un paciente en la que expresa su gratitud al equipo de profesionales del Hospital Álvaro Cunqueiro, especialmente dirigida a Enfermería, que lo atendieron durante su convalecencia en el centro médico vigués.
«Hace ya un tiempo que por mi cabeza rondaba la posibilidad de haceros llegar este texto. Supongo que la urgencia de los acontecimientos que están por venir, ha hecho que el pensamiento se convierta en palabra, y por ello ahora, estáis leyendo esto. Soy uno más de los tantísimos pacientes que habéis ayudado. Pero necesito manifestar mi admiración y eterna gratitud por todo lo que habéis hecho por mí. Mi biografía reciente ha sido muy intensa, y gracias a vosotras puedo seguir dando cuenta de la gran experiencia de mi vida.
Una noche de finales de marzo en los albores de la pandemia Covid, sin previo aviso, una veloz ambulancia me encontró sin aliento. Amanecí en la UCI, desorientado, traumáticamente traqueotomizado y con miedo, mucho miedo. Ahí estabais vosotras. A posteriori una complicada operación, donde también, estabais a mi lado. Me tocó una larga estadía en la habitación 105D. No podía hablar, no podía tragar, mi silueta se tornó escuálida. Mis pulmones respiraban a través de sonda nasogástrica. Tuve que convivir con todo ello, pero vosotras me acompañabais. Las noches eran especialmente terribles. Me sumergía en una suerte de profundidad abisal. Estaba completamente a oscuras y de mi brotaban las terribles pesadillas. Pero otra vez, allí estabais vosotras, para proporcionarme calma. La Covid-19 hizo acto de presencia, de manera abrupta, cogiéndonos a todos por sorpresa, y a pesar de la exposición al virus, a pesar de la falta de medios, a pesar del miedo lógico que despertaba esta nueva enfermedad, allí seguisteis, estoicas, al lado de todos los que os necesitábamos. Finalmente, abandoné aquella habitación. Y en la inmensa alegría que me sobrevino ¡ahí también estabais vosotras compartiendo sonrisas conmigo!
Meses después volví al hospital, pero por otro motivo totalmente diferente. Mi hijo iba a nacer. Vio la luz luego de un parto inducido con muchas dificultades. Pero al final todo salió bien, ¿y sabéis por qué? Porque vosotros estabais ahí.
Pero esta historia todavía continúa. Otra vez, la implacable realidad decide que tengo que volver a entrar en quirófano. El tumor ha vuelto a crecer, y con él, crecen mis temores. Otra vez vulnerable. Otra vez toca pelear duro pues mi contrincante bien lo merece. Mi cabeza da vueltas y vueltas sin remedio, intentando elaborar distintos finales para esta realidad que se me ha impuesto. A veces consigo enhebrar un final feliz, pero en otras.
Mi agradecimiento a todo el personal Álvaro Cunqueiro que tan bien me cuidó. Quiero mencionar además a Fátima, Eugenia, Sonia, Susana, Luna, Cloe, Conchi, Lupe, Yolanda, Begoña, Rita, Silvia, Natalia, María y Úrsula. No son nombres propios cualesquiera, son los nombres de las personas que me ayudaron a sobrellevar aquella tragedia, son los nombres propios de grandes profesionales y sobre todo de grandes y buenos seres humanos. Tengo una deuda infinita con vosotras».