Las elecciones de Cataluña del domingo 12 de mayo de 2024 marcan un punto de inflexión sobre el “Procés”, que va perdiendo interés entre los votantes, sin embargo, el independentismo catalán todavía puede complicar mucho el entendimiento entre los partidos mayoritarios para llegar a un acuerdo de gobierno.
Los votos se han repartido de tal modo que la derecha y la ultraderecha, fuerzas representadas principalmente por el Partido Popular y por Vox, avanzan de un modo notable. Por su parte, el Partido Socialista, que ha liderado las fuerzas progresistas, ha obtenido un resultado realmente brillante. En mi opinión, se concluye que el pueblo catalán ha demostrado estar cansado de las reclamaciones independentistas y que se hayan obviado los verdaderos problemas de la vida cotidiana, como el caso de la sequía. Sin duda, el Partido Socialista ha sido el vencedor de estas elecciones catalanas con unos argumentos realistas y cercanos a los intereses del electorados, pero sin margen suficiente para poder gobernar, siquiera con tranquilidad.
Está claro que Carles Puigdemont, a la cabeza de Junts, no va a ceder fácilmente la gobernabilidad, a pesar de que la ciudadanía catalana haya hablado claramente en contra del independentismo. Los números para un gobierno tripartito o cualquier otra posibilidad podrían salir de la matemática electoral, pero es preciso tener en cuenta que por encima de los cálculos están los intereses de los partidos e incluso los intereses personales, como es el caso de Puigdemont, que no cederá la presidencia ni siquiera a cambio de la amnistía, porque él quiere gobernar a cualquier precio, incluso tratando de intimidar al gobierno español esgrimiendo su apoyo parlamentario. Mal pronóstico para una situación complicada.